Bruce Nauman difumina Nueva York
El artista multimedia es objeto de una importante muestra en el MoMA, titulada "Disappearing Acts".
Bruce Nauman podría ser un exitoso mago de las apariencias, en caso de no haberse dedicado al arte.
Las obras de este creador, amante de los procesos mentales, no poseen la arrogancia de los objetos destinados a perdurar en el tiempo, sino que se contentan simplemente con ser algo material o volátil: situadas dentro de universos, que tampoco tienen que existir de manera literal.
El concepto de desaparición, o más bien de concordia con la insoportable levedad del intelecto y la percepción, cobra en los trabajos de Nauman una singular perseverancia, como si el artista tratara de establecer un hilo conductor entre la idea y el modelaje, entre la acción y el sueño, entre la técnica y los anhelos de superar las leyes de la física.
Acorde con esas líneas de diálogo interminables y cíclicas, el MoMA neoyorquino se hace eco de los más de cincuenta años que el natural de Fort Wayne ha dedicado a romper las barreras conceptuales de la plástica, la escultura y la imagen en movimiento. Y lo hace a través de una muestra aventurera y atrevida, titulada Disappearing Acts: un laberinto de soportes inspiradores y estímulos sensitivos, que estará a disposición de los espectadores hasta el próximo 18 de febrero.
“Lo que reflejo son cosas que todos hacemos y que no queremos hacer particularmente, poniéndote a ti mismo en situaciones poco familiares, y siguiendo las resistencias para averiguar qué es lo que te lleva a resistir“, explica Nauman, en la página web del MoMA.
BRUCE NAUMAN NO ENTIENDE DE RESTRICCIONES
El sentido de open-minded art impregna la sala desde la que se prolongan los tentáculos audiovisuales de Disappearing Acts.
A través de las obras de Bruce Nauman, las paredes del museo neoyorquino pierden el apelmazamiento de sus elementos constitutivos, y los pasillos adquieren la profundidad de infinitos escenarios; protagonizados en su mayoría por la fragmentación de cuerpos, y por la desmembración de la aparente realidad.
Al compás de los primeros pasos, la retina va con presteza hacia los sinuosos paisajes humanos y artificiales diseñados por el creador norteamericano; mientras la mente recurre -con vaguedad y cierta hambruna filosófica- a los planteamientos de la precepción orquestados por maestros de la psicología activa, como Ludwig Wittgenstein.
Dentro de esa fórmula argumental, el trabajo de BN navega con aplomo por las aguas de lo que resulta ajeno a literalidades y visiones categóricas.
Una odisea con destino a lo desconocido, donde la brújula la imantan instalaciones apremiantes, luces de neones emulsionadas por el ansia de explorar, acuarelas de delicadeza asmática, corredores de vídeo encendidos por la urgencia social, y sonidos hipnotizadores que proceden de altavoces escondidos por la sala.
Con los citados ingredientes, el acceso a Disappearing Acts supone viajar a un mundo nuevo, compuesto por nociones en proceso de crisálida. En semejante planeta de distorsiones voluntarias, el tiempo parece detenerse, para dar paso a la progresiva invisibilidad; y el movimiento se transforma en un deambular sin agobios, programado para ir hacia el comportamiento imperfecto e inacabado del arte contemporáneo.
Nota.- Bruce Nauman. Disappearing Acts estará abierta en el MoMA hasta el 18 de febrero de 2019 (el 25 de febrero en MoMA PS1).
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