Blake Edwards, en espíritu

ADN Teatro muestra su versión de "Días de vino y rosas", en los Teatros del Canal de Madrid: una de las películas más impactantes y recordadas del cineasta Blake Edwards.

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Blake Edwards
Blake Edwards firmó una de las crónicas audiovisuales más escalofriantes sobre la adicción al alcohol, con “Días de vino y rosas”/ Foto: ADN Teatro

Blake Edwards, Lee Remick, Jack Lemmon y Henry Mancini.

Este cuarteto de genios levantó en 1962 una película en blanco y negro, titulada Días de vino y rosas. Una cinta con máscara de infierno sin salida y aura de clásico del séptimo arte, en la que se narraba la autodestrucción de una pareja de enamorados, perdidos en la barahúnda de los grandes negocios y la promisión dineraria.

El guion original de Days of Wine and Roses, escrito por el eléctrico pulso de J.P. Miller (Los jóvenes salvajes), centraba su atención en un matrimonio joven con hambre de crecer en el mundo empresarial. La ocupación como relaciones públicas de él (Joe Clay, a quien encarnó de manera sorprendente Jack Lemmon) le lleva a organizar encuentros sociales con sus clientes, donde la bebida es una especie de ambrosía con la que sellar amistades y tratos. En medio de semejantes veladas, el ambicioso representante anima a su esposa (la bella y elegante Kristen Anne Clay, a la que prestó su impresionante fondo dramático y sus pupilas azuladas Lee Remick) a vaciar junto a él las botellas de licor del mueble bar. Poco a poco, ambos caen en un abismo de sustancias etílicas peligrosas y alienantes, que les abocan a un alcoholismo crónico sin medida.

José Luis Sáiz recupera el espíritu de la historia de Joe y Kristen Anne, y traslada la acción a un aeropuerto español, en el que los dos esperan un vuelo hacia la ciudad de la Estatua de la Libertad. Un encuentro donde la pareja (ahora nominados Luis y Sandra) descubre algo parecido al amor, y a la posibilidad de construir una realidad compartida a base de creencias y sueños.

Días de vino y rosas nos cuenta una historia de amor. Luis y Sandra se encontrarán en un aeropuerto español camino de Nueva York, cada uno con su ilusión y su prometedor futuro“, explica Sáiz.

Blake Edwards
Días de vino y rosas es una obra sobre el horror de las adicciones

El actor y escenógrafo valenciano monta este viaje a la movie original de 1962 con la ayuda de David Serrano, quien traslada al idioma de Cervantes la adaptación teatral del filme de Edwards que el dramaturgo irlandés Owen McCafferty elaboró en 2005, para contar el laberinto emocional experimentado por Sandra y Luis. Dos seres tocados por el infortunio de sus propias emociones, a los que interpretan en esta ocasión Marcial Álvarez (El comisario) y Cristina Charro.

BLAKE EDWARDS INMORTALIZÓ EL SÍNDROME DE ABSTINENCIA

Una ilusionante y romántica sintonía, compuesta por la música de Henry Mancini y la letra de Johnny Mercer (tema que ganó el Oscar a la Mejor Canción Original, en 1963), ilustraba las secuencias de sudores paralizantes y gritos a la nada que exhibieron Jack Lemmon y Lee Remick, a lo largo del metraje de Días de vino y rosas. Mientras, la urbe de Nueva York comparecía en su mudez, como un Doctor Fausto de asfalto quebradizo y neones cegadores, amortiguados por la oscuridad de edificios imponentes y avenidas espectaculares.

La sala negra de los madrileños Teatros del Canal no poseen capacidad suficiente para introducir en su interior la extensión titánica de la “ciudad que nunca duerme”; pero sí han podido engullir el frío y claustrofóbico apartamento en el que los ahora Sandra y Luis dirimen sus sufrimientos,  siempre frente a una botella y a litros de miedo al fracaso.

Blake Edwards
Marcial Álvarez y Cristina Charro (en la imagen) toman el testigo de Jack Lemmon y Lee Remick, en el montaje de “Días de vino y rosas” que se puede ver en los Teatros del Canal/ Foto: ADN Teatro

Las alegrías y las penas, las zozobras y los subidones, la concordia social y las resacas amenazantes… Los actos de que desguazan Días de vino y rosas suponen una montaña rusa de bipolaridades existenciales, que permite a Marcial Álvarez y Cristina Charro elaborar un par de caracterizaciones con distintas tonalidades entre ambas, y que evolucionan con rapidez y aplomo.

Una mirada al vacío, después de un encuentro breve y desmoralizador, sellaba la acerada película de Blake Edward, mientras Mancini recurría al tema central, para dar empaque nostálgico a una odisea hacia destinos demacrados y paisajes con más pretérito que futuro.

Una mirada al vacío que José Luis Sáiz transforma en juegos elocuentes e imaginativos de luces y sombras. Alternancia en la que los personajes principales pierden su carne progresivamente, para sustituir su humanidad por las ojeras espectrales del enganche eterno.

Nota: Días de vino y rosas estará en los Teatros del Canal de Madrid, del 29 de enero al 2 de febrero de 2020.

Más información, entradas y horarios en

https://www.teatroscanal.com/espectaculo/dias-vino-rosas/

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