Bill Viola difumina Madrid

El artista neoyorquino, pionero de las instalaciones videográficas, inaugura una extensa muestra de sus trabajos, en la Fundación Telefónica.

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Bill Viola
Bill Viola condensa más de cuatro décadas de trayectoria profesional, dentro del espacio de la Fundación Telefónica

Bill Viola no dista mucho de ser un escultor de figuras reales, a la par de entrar sin problemas en el traje ajustado de los pintores de óleos pixelados por la proyección sobre una pantalla. Igualmente podría ser calificado como un cineasta de ritmos cadenciosos e imágenes simbólicas, o como un coreógrafo empeñado en descubrir la danza eterna del paso del tiempo (del nacimiento a la muerte).

Todas esas categorías, más algunas más, conforman el rompecabezas humano y creativo de este neoyorquino enlazado con la tecnología; al que la Fundación Telefónica de Madrid dedica una completa exhibición, desde sus trabajos de los años setenta a sus series de mártires más recientes.

Describir la obra de Viola es adentrarse en el territorio aéreo de las espiritualidades sinuosas, sumidas en bucles obsesivos, que recuerdan al transcurso de la existencia de cualquier mortal.

Un escenario en el que solo hay continuidad, sin interrupciones y con repeticiones constantes. Instalaciones y películas que reproducen incesantemente el gran objetivo del arte de cualquier época y centuria: encerrar la realidad vital en las constreñidas dimensiones de un cuadro, una escultura, un mural, una fotografía o un montaje de vídeo.

Bill Viola
Bill Viola juega en sus creaciones con los elementos primigenios de la naturaleza

Existe una especie de iconografía compartida entre BV y la producción cinematográfica de esteticistas de los fotogramas como Peter Greenaway. Un lenguaje singular, en el que elementos como el agua y su influjo sobre el cuerpo humano se convierten en motores de la acción, siempre escenificados a través de relatos evocadores de los abismos tranquilos que contextualizan la consumación de los años, los meses, los días, las horas, los minutos, los segundos…

BILL VIOLA DESVELA SUS OBSESIONES

La comisaria de Espejos de lo invisible, la directora del estudio de Viola y esposa de este Kira Perov, ha querido reunir las obras del creador estadounidense con un sentido de evolución cronológica y sensitiva.

De esta manera, el laberinto propuesto inicia su discurso con las composiciones de Bill Viola finalizadas en los años setenta, tales como The Reflecting Pool (1977-79); una grabación de desintegraciones físicas, provocadas por el contacto con el agua de una piscina. Tema recurrente en la imaginería de BV, y que vuelve a dejar su huella purificadora en Ablutions (2015) y Self-Portrait, Submerged (2013).

Semejantes idas y venidas dan una idea clara de la estructura circular de la trayectoria del artista norteamericano, cuyas particularidades estarían más en las técnicas empleadas que en el uso de una temática u otra. Afirmación que es posible comprobar en la muestra de la Fundación Telefónica si se efectúa una visión de conjunto, y que se concreta al constatar que las diferencias más notables se circunscriben a la calidad de las imágenes proyectadas, o a la utilización más o menos acertada del sistema de slow motion (cámara lenta) y del montaje en bucle.

Bill Viola
Bill Viola ha mostrado su interés por la iconografía renacentista y religiosa/ Foto: Fundación Telefónica

Nacimiento, crecimiento, vejez y muerte… Los ciclos vitales conforman el hilo conductor de las piezas seleccionadas por Perov; argumento simbólico y emotivo, que engloba la práctica totalidad de la producción del vecino de la urbe del Empire State. Un mosaico de oxidaciones naturales, que queda resumido con acerado dramatismo, en la pieza Heaven and Earth (1992); la cual expresa las etapas de la vida, con la superposición de los rostros de una anciana y un recién nacido.

Recorrer la existencia con la evocación de ríos sinuosos o de fuegos enloquecidos, eso es lo que propone Bill Viola mediante sus vídeoinstalaciones, albergado por el imponente edificio de la Fundación Telefónica.

Lo que resulta de ello es un inspirado bosque de luces y sombras, misterioso y atrayente…

Nota: Bill Viola. Espejos de lo invisible estará en la Fundación Telefónica, del 6 de febrero al 17 de mayo de 2020.

Más información, entradas y horarios en

https://www.espacio.fundaciontelefonica.com

 

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