Arcimboldo siembra sus rostros en Bilbao
Arcimboldo y sus bodegones humanos toman las salas 12 y 15 del Museo de Bellas Artes de Bilbao, en un esfuerzo por reunir en un mismo espacio las pocas obras que se conservan en España del pintor milanés.
Flora Meretrix y La Primavera son el centro artístico de esta atractiva y cromática muestra, la cual gira en torno a la figura misteriosa y bastante desconocida de un genio valorado en su justa medida centurias después de su muerte.
Entre sus herederos destaca el surrealismo expansivo y fantasioso de Salvador Dalí, y muchas de las escenas manieristas usadas por el cineasta Peter Greenaway en sus películas más célebres (Conspiración de mujeres es un buen ejemplo de la citada influencia).
Érase una vez un individuo pegado a una berenjena, mientras de las cuencas de los ojos le nacían hebras sinuosas de terrosos anhelos.
¿O quizá se trataba de una hortaliza con apariencia humana, a la que el sueño de la locura había transmutado en un ser con la vanidad propia de un descendiente de Adán y Eva?
Pocos pueden adivinar con exactitud de qué lado se inclina la balanza de las certezas confusas, en la que aposentaba sus creaciones Giuseppe Arcimboldo (Milán, 1526-1593).
El artista italiano del siglo XVI protagonizó una página en la historia del Arte realmente atrayente.
En medio de las perfecciones diamantinas y anatómicas de sus colegas renacentistas, los juegos simbolistas del transalpino llamaron la atención de los gobernantes europeos por lo excéntrico de sus visiones, surgidas de un intento por aportar diversión a la habitualmente sobria y sombría técnica del retrato cortesano.
La exposición que el Museo de Bellas Artes convoca en Bilbao, hasta el próximo 5 de febrero de 2018, refleja con intensidad la pasión desatada por el esoterismo de compostaje afrutado y ecológico, que Arcimboldo quiso transmitir con su saturada paleta.
Un mosaico de ideas sublimes y de carnavales imaginados, en los que la Madre Gaia se expresa a través de la fisonomía de hombres y mujeres canibalizados por los verdes y los rojos.
ARCIMBOLDO, EL GRAN ILUSIONISTA
Al observar las cabezas compuestas (teste composte) producidas por el pincel del artista italiano, la sensación que tiene el espectador es similar a la de entrar en un recinto ferial, en el que los espejos y el ambiente de algodones azucarados invitan a dejar volar el rancio apego hacia las realidades inmutables.
Tales efervescencias libertarias las cogió al vuelo el espíritu autodidacta de Salvador Dalí, cuando hizo de Arcimboldo uno de los creadores de cabecera para desplegar su imaginario surrealista, de efectos psicodélicos e hipnotizadores como los atesorados por su predecesor lombardo.
Debido a la escasa producción que se conserva de Giuseppe Arcimboldo (solo tres obras en España), el Museo de Bellas Artes de Bilbao ha echado mano de los vasos comunicantes de las contextualizaciones plásticas. De esta manera, junto a Flora Meretrix y La Primavera (enviada desde la Real Academia de San Fernando de Madrid); la exhibición también incluye dos acercamientos contemporáneos a El Otoño y El Invierno: verdaderos prodigios de la exactitud copista con respecto a las tablas originales, que corren a cargo del préstamo de la Duquesa de Cardona.
Un jardín de bodegones profundos que se completa con la figura de algunos de los numerosos protectores que avalaron el trabajo de GA, y que dieron alas económicas a sus máscaras de lenguajes codificados y altamente visuales.
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