Annie Lennox instala sus bártulos en el Victoria & Albert Museum
A principios de los ochenta, el dúo Eurythmics intentaba explicar la naturaleza de los sueños: un ejercicio de sugerencias vocales en la época techno, donde el timbre de la versátil cantante escocesa hacía las veces de Sigmund Freud. Ataviada con un traje de chaqueta y un corte de pelo al uno, con decoloración de la cabellera incluida, la mujer poseedora de una de las miradas más impactantes del mundo del rock desgranaba los elementos de la psique de Morfeo. Tal vez, esas mismas ensoñaciones son las que prenden de cada uno de los objetos pertenecientes a la vida de la letrista, y que presenta estos meses el prestigioso museo londinense Victoria & Albert.
Bajo el título de La casa de Annie Lennox, la exhibición –albergada en la sala 104 del centro de la urbe del Támesis, hasta el próximo 26 de febrero de 2012– reproduce un completo itinerario a través de la existencia de la natural de Aberdeen. Por las paredes del alojamiento, los visitantes pueden toparse con objetos que hablan sobre la intensa actividad de una fémina de las que no suelen dejar indiferente al personal. Portadas de discos, trajes que lució en importantes galas, fotografías de actos multitudinarios y camisetas con su sello impreso son algunas de las sorpresas que desvela una muestra en la que se nota el activo espíritu de Lennox.
El monárquico centro levantado en la Cromwell Road de Londres se convierte de esta manera en el habitáculo de la ex pareja de Dave Stewart para ofrecer al turista, con ínfulas de fan, una imagen más o menos completa de la ganadora de un Oscar en 2004 por la canción Into the West (grabada para la banda sonora de El señor de los anillos: El retorno del Rey); y que, en el pasado 2010, lanzó al mercado un álbum de villancicos bautizado como A Christmas Cornucopia.
Después de numerosos hits con los míticos Eurythmics, y de alcanzar unas nada despreciables ventas con su Cd de debut en solitario llamado irónicamente Diva; Lennox se encuentra en estos momentos en una especie de estatus; al que solamente llegan los músicos que han trascendido debido a un currículum envidiable en las sinfonías de hace más de treinta años. Esta comodidad aparente en el cosmos estelar de los pentagramas ha reforzado la individualidad de una estrella, que nunca ha ido de icono reconocible para generaciones de admiradores. De esta manera, la bella cantautora no ha escatimado esfuerzos en unir su popularidad con campañas a favor de los más necesitados, a través de la Fundación Nelson Mandela y la Treatment Action Campaign. Al mismo tiempo que ha prestado su nombre y virtudes profesionales para conciertos a favor de paliar el hambre en África o para ayudar a los enfermos de sida.
Feminista declarada (su composición Sing es un himno para la causa de sus hermanas de sexo) y con el carisma suficiente para pasar de modas -y pese a ello sobrevivir en el cosmos de la mercadotecnia-, Lennox ha querido dejar una huella visible de sí misma en la sala 104 del V&A. Y lo ha procurado no solamente mediante sus gestas más triunfales en forma de premios, vídeos y entrevistas; sino también con elementos de su cotidianeidad más privada, como su gusto por el coleccionismo de postales de época. Aunque, lógicamente, tampoco faltan muestras de la etapa más glam de esta lady de cincuenta y cinco años; como, por ejemplo, el traje con el motivo de la Union Flag que arropó sus carnes en una ceremonia de los Brit Awards.
Los museos, como las galerías, necesitan ser lugares en los que la vida de los ciudadanos debería entrar por sus puertas, sin limitaciones elitistas de bodyguards. Así, el visitante será capaz de concebir y comprender la experiencia de recorrer un centro de arte como un acercamiento a su propia esencia humanista; con el legado importantísimo de una historia no congelada en el tiempo, sino en estado de continuo cambio. Por eso, ejercicios como el de La casa de Annie Lennox son aconsejables en un universo en el que el asunto versa sobre la constante “actualización” de involucración social; perpetuo sentido de conjunción entre pasado, presente y futuro. Probablemente, por ese camino se podrá animar a las masas a valorar sus tesoros artísticos, y ayudar a los escépticos a mirar con los ojos de la diversión cultural.
Más información, entradas y horarios en http://www.vam.ac.uk