Amie Siegel filma el fin del mundo
La artista estadounidense presenta su película "Invierno", en el Museo Guggenheim de Bilbao.
Amie Siegel atesora una particular relación con la tristeza de los objetos, y con la agonía de los paisajes cercanos al abismo de la destrucción.
La cámara de esta artista de Chicago es como una caja de Pandora, que esconde en su interior la desolación de lo cotidiano y la conjura de los espíritus estimulados por curiosidades enmascaradas.
Al calor de su objetivo, esta fotógrafa y realizadora ha localizado el ánima peregrina y solitaria de urbes como Londres y París, mientras escarbaba en el esqueleto invisible de los muebles esculpidos por maestros como Le Corbusier y Pierre Jeanneret.
La obra de Amie Siegel que se puede observar en el Museo Guggenheim de Bilbao hasta el 11 de marzo de 2018 (titulada Invierno) muestra un escenario de mortuorios ancestros de belleza diamantina, pigmentado por una sensibilidad de eternidades enfermas.
Los treinta minutos de fotogramas que dura Winter son como una pesadilla sin estridencias, como arrancada con sosiego de los miedos ancestrales de las mujeres y hombres contemporáneos.
Una bajada a los infiernos de la eclosión planetaria, que la artista estadounidense condensa en una serie de imágenes redentoras; a través de naturalezas inmaculadas, que claman versos figurados de traiciones históricas.
AMIE SIEGEL Y LA IMPORTANCIA DE LOS ESPACIOS
La génesis del trabajo de Amie Siegel tiene su espina dorsal en el cambio de perspectiva a la hora de mirar: un sendero que serpentea hacia la manera de encontrar nuevos caminos, con los que entender los objetos y decorados que componen su universo de sueños profundos.
De esta manera, la Nueva Zelanda que aparece en Invierno se percibe como si fuera una extensión lunar: silenciada en su lenguaje visual, aunque explosiva en su traslación sinfónica.
Consciente de la irresponsabilidad de cerrar el proceso creativo en una sala de montaje, AS da vida activa a la instalación con una música mutante, y que en el Guggenheim de Bilbao adquiere las notas interpretadas por una banda de quince miembros, en la que suenan violas, pianos, sintetizadores y voces en off.
La esperanza queda amortiguada en Invierno por los interiores deformantes de las viviendas ideadas por el arquitecto Ian Athfield, al tiempo que los hielos de los suicidios colectivos amenazan desde afuera, con sus garras de muertes anunciadas.
Tales percepciones consiguen hacer de la instalación/corto de Siegel una especie de relato visionario, sobre futuros posibles y aterradores.
Mundos en los que la soledad circula con el paso seguro de los penitentes contumaces e imparables.
Nota.- Invierno, de Amie Siegel, podrá verse en el Museo Guggenheim de Bilbao hasta el 11 de marzo de 2018.
Más información, entradas y horarios en
http://www.guggenheim-bilbao.eus