Abdulrazak Gurnah y el exilio
El autor nacido en Tanzania gana el Premio Nobel de Literatura 2021, por la manera en la que se acerca al "destino del refugiado en el abismo entre culturas y continentes", según la Academia sueca.
Abdulrazak Gurnah tuvo que huir de su país de origen (Tanzania, antiguo Sultanato de Zanzíbar) a los dieciocho años, por culpa de la persecución que el presidente Abeid Karume llevó a cabo contra los ciudadanos tanzanos de origen árabe, durante la revolución decretada por las armas, tras la independencia del país en 1963.
Con la escapada, Gurnah dejó también en su tierra su apego al idioma suajili, para adoptar el inglés como medio de expresión artística y profesional. Este primer signo de desarraigo, obligado por las circunstancias políticas, prendió en la mente del narrador, para alimentar una producción literaria hambrienta de identidad, como perdida en medio de los oleajes figurados de una globalización traicionera y solitaria.
Tales impresiones hilaron una producción creativa de fortaleza herida y sulfurosa, no exenta de momentos de sutil ironía y humor; en la que destacan obras tan celebradas como Paradise (1991) y Desertion (2005). Textos en los que se expone una visión diferente y discordante de las tesis habituales respecto al colonialismo (en este caso el británico); donde los protagonistas exiliados se encuentran en profunda alienación humana, hundidos en la rabia y la incomprensión, ante realidades que les desprenden de cualquier enraizamiento cultural y étnico.
En un mensaje publicado por el autor nada más conocer la concesión del Nobel de Literatura, el responsable de En la orilla reconocía que “su lengua de trabajo es el inglés”, aunque el uso del idioma de Shakespeare no es más que una herramienta expresiva de singular calado, con la que dar a conocer las inquietudes que lubrican cada uno de los argumentos y reflexiones que genera su prosa enriquecedora y aguerrida.
El sucesor de la poeta estadounidense Louise Glück, como el ganador del prestigioso y otrora polémico galardón sueco, es un escritor comprometido con el mundo cambiante, que le ha tocado experimentar desde su etapa como refugiado en Inglaterra.
Sin arraigos de pertenencia real a un lugar concreto, los trabajos de Gurnah transpiran el aroma de las búsquedas continuas y eternas, casi homéricas. Viajes sin destino ni conclusión, en los que una Ítaca quemada por desérticos horizontes se difumina voluntariamente, tras los paisajes extensos del este de África.
ABDULRAZAK GURNAH, LA VOZ INTERIOR DE LOS DESHEREDADOS
Una ligera nostalgia, normalmente tintada por la ansiedad de marcar las invisibles pautas de las culturas vaporosas, impregna las páginas diseñadas por Abdulrazak Gurnah. Un sentimiento que está igualmente presente, de alguna forma, en las obras de los otros narradores africanos galardonados con el Nobel de Literatura (Wole Soyinka, Naguib Mahfouz, Nadine Gordimer y J. M. Coetzee). Aunque, quizá, sea el también premiado V. S. Naipaul quien más haya acercado posturas estilísticas y discursivas hacia las inquietudes plasmadas por Gurnah; al que une un similar posicionamiento respecto a la tragedia personal que experimentan los que han roto con los anclajes hogareños, para acogerse a comportamientos más universalizados.
Dentro de las diatribas humanas diseñadas por los libros de AG, el colonialismo ejerce el extraño papel de un catalizador compasivo, que impone su estado de acción frente a cualquier proclama en defensa de las diferencias étnicas y culturales: y al que el creador tanzano otorga el poder balsámico de las existencias expansivas, pese a cortar el cordón umbilical con el lugar de origen de quienes sienten su influjo.
Es imposible saber si las narraciones de Abdulrazak Gurnah hubieran gozado de los mismos abismos pasionales y afilados, en caso de que el autor hubiera optado por el suajili, en vez de por el inglés. Sin embargo, con independencia de las grafías y los léxicos idiomáticos, lo que sí está claro es que las experiencias del nuevo Premio Nobel de Literatura han marcado a fuego cada renglón, diálogo, descripción y palabra que aparecen en sus obras.
Un currículo surcado por rutas hacia abismos de exilios interminables, siempre alienantes y de soledades profundas.