Volker Schlöndorff pisa Nueva York

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Volker Schlöndorff rueda Return to Montauk en la urbe del Empire State.

El cineasta alemán ha desarrollado el guion al lado del novelista irlandés Colm Tóibín.

La historia versa sobre un triángulo amoroso, cuyo vértice es un veterano escritor encarnado por el actor sueco Stellan Skarsgard.

Volker Schlöndorff (en la foto) ha introducido elementos autobiográficos en la historia
Volker Schlöndorff (en la foto) ha introducido elementos autobiográficos en la historia de “Return to Montauk”

La acumulación de años de existencia suele traer consigo transformaciones implacables, tendentes a la reflexión sobre las experiencias vividas. Por mucho que los individuos intenten pensar únicamente en el futuro, y en silenciar el pasado como irremediable e inservible; las grietas de la añoranza siempre cuelan sus rayos cegadores, para esbozar recuerdos ilustrados con el pensamiento y el sueño.

Unas veces la niñez, y otras la juventud de los desafíos quebrados; los seres humanos son grandes recipientes de momentos perdidos en el espacio y el tiempo.

Max Zorn (Stellan Skarsgard) es uno de esos fantasmas difuminados por la sensación de vacío. El tipo es un autor de prestigio y respetado por sus compañeros y por los lectores, e incluso ha conseguido estrenar una de sus obras en el Off Broadway neoyorquino; pero en su interior no puede apartar la imagen borrosa de la chica a la que amó treinta inviernos atrás.

Stellan Sjkargard (en la foto) es el actor que encabeza el elenco del nuevo filme de Volker Schlöndorff
Stellan Skarsgard (en la foto) es el actor que encabeza el elenco del nuevo filme de Volker Schlöndorff

Casado con una mujer mucho más joven que él (a la que interpreta Susanne Wolff), el literato ve un conato de luz cuando conoce casualmente a la abogada Rebecca (Nina Hoss), con la que se escapa un fin de semana en el puerto pesquero de Montauk, situado en Long Island.

Estas coordenadas dramáticas son las que definen la nueva obra del germano Volker Schlönforff: un incombustible creador de la vieja escuela europea, que regresa a la actualidad cinematográfica después de las buenas sensaciones transmitidas con Diplomacia (2014).

Aunque, si se compara con los primeros largos del teutón, estas movies de ancianidad no poseen el toque apasionado y excéntrico, exhibido en filmes como El tambor de hojalata (1979). Lo que no quiere decir que las virtudes de los proyectos de este tercer milenio sean menores que las que acreditaban las cintas de su etapa inicial.

VOLKER SCHLÖNDORFF INVITA A LA REFLEXIÓN

¿Quiénes somos?

¿Hacia dónde nos dirigimos?

¿Cómo alteran nuestra existencia las personas que conocemos a lo largo del camino?

¿Es posible estar solo, pese a hallarse rodeado de hombres y mujeres?

Estas preguntas despliegan las líneas argumentales del libreto de Return to Montauk, y enredan su prístina distinción con los comportamientos contradictorios y altamente congestionados del grupo de roles que pueblan su metraje.

En este contexto, Max se presenta como un árbol cuyo tronco se desmorona, incapaz de lograr la autenticidad más allá de los tímidos recuerdos de una relación adormecida por la lejanía, y velada por la invisibilidad del presente.

La alemana Nina Hoss (en la foto) encarna en el filme a la cautivadora Rebecca
La alemana Nina Hoss (en la foto) encarna en el filme a la cautivadora Rebecca

Sensible y plagada de detalles trascendentes, la película pensada por Volker Schlöndorff y el irlandés Colm Tóibín tiene a su favor componer un retrato coral vulnerable y disyuntivo; aparte del reconocimiento universal a base de las derrotas sustanciales en torno al ciclo vital.

Así es como la peculiar pareja de artistas ha imaginado al protagonista: como un héroe malherido en lo más profundo de su conciencia, el cual necesita reclamar su identidad emocional a través de la relación con las dos féminas que convulsionan su madurez. No obstante, pese a la acumulación afectiva que rebosa pare él el siglo XXI, el writer no puede evitar huir hacia la telaraña nostálgica trabajada por la gachí que turbó su juventud.

Bajo semejantes implicaciones trágicas, el director y el responsable de Brooklyn diseñan un decorado atenazado por los silencios disfrutados y el paisajismo psicológico. Un escenario de virulenta porosidad que ambos orquestaron vía Skype, y que disfraza convenientemente la grandiosidad de Nueva York.

Manhattan, Long Island y Berlín son los rincones por los que se pasea estos meses el nutrido equipo. Guía intercontinental marcada por los impulsos de un conjunto de seres encerrados figuradamente en cuartos a oscuras, ansiosos de una libertad que les permita despejar la infinita incógnita del sentido de la existencia.

Coilm Tóibín (en la foto) trabajó con Volker Schlöndorff por Skype
Colm Tóibín (en la foto) trabajó con Volker Schlöndorff por Skype/ Foto: colmtoibin.com

Nota.- Return to Montauk llegará a los cines en 2017, de la mano de Zielgler Films y Gaumont.

 

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