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Tom Cruise tenía treinta y cuatro años cuando comenzó a interpretar el papel del aguerrido e ingenioso agente Ethan Hunt.
Brian De Palma dirigió, en 1996, la primera entrega de la versión cinematográfica de la popular serie de televisión creada por Bruce Geller (producción emitida entre 1966 y 1973); un comienzo en la pantalla grande donde la actuación del protagonista de Top Gun causó sensación entre público, con sus aventuras al borde del abismo y un sinfín de escenas frenéticas y espectaculares, que dotaban al guion original de una agilidad encomiable.
Han pasado casi tres décadas desde entonces, y Cruise (a punto de cumplir sesenta y tres veranos) acaba de estrenar en las salas de exhibición Misión: Imposible. Sentencia final (la segunda entrega de la trama iniciada en 2023, titulada Misión: Imposible. Sentencia mortal). En este último capítulo de la saga se nota la tendencia a oscurecer las tramas, y enfocarlas en los miedos actuales de la soceidad, respecto a la Inteligencia Artificial y a la posibilidad de controlar las mentes y los gobiernos a base de algoritmos.
El cineasta Christopher McQuarrie se pone al frente de este episodio supuestamente conclusivo, y lo hace con la habilidad para dotar de sentido un argumento cuyas tesis fundamentales quedan envueltas en una sucesión de mensajes difíciles de comprender; consignas en las que está muy presente el debate sobre la manipulación de la información, y la existencia de un cerebro virtual capaz de dictaminar el fin del mundo.
No obstante, y a pesar de la posibilidad de perder algo del hilo de la implicación informática y de la utilización de bases de datos gigantescas para movilizar los arsenales nucleares, McQuarrie cuenta con aliados nada desdeñables en el onjetivo de enganchar a todo tipo de público, elementos como el de la captación emocional a través de la eficaz y deslumbrante banda sonora prologada por el tema de Lalo Schifrin (intro incombustible), y el de la convincente caracterización de Tom Cruise y del resto del elenco. Un cuadro de rostros más o menos conocidos, que comprenden a la perfección que Misión: Imposible funciona por su concepción de cómic, narrado a través de imágenes en movimiento.
El ritmo acelerado es otro de los ingredientes conceptuales de la saga de Misión: Imposible. Una continua sensación de montaña rusa que invade los 169 minutos que dura el metraje de Sentencia final, trayecto temporal en el que siempre pende la profecía de que la Tercera Guerra Mundial se aproxima a pasos agigantados.
Semejante miedo a la destrucción del planeta gana protagonismo a la utilización de localizaciones paradisiacas, que habían hecho de los títulos precedentes uno de sus mayores atractivos. En esta ocasión, Ethan Hunt y su renovado equipo despliegan todo el catálogo de efectos especiales en Europa, Estados Unidos y el helado mar del estrecho de Bering.
TOM CRUISE DEJA A ETHAN HUNT EN UN MOMENTO DE EUFORIA SALVADORA Y HEROICA, A PUNTO DE ESTALLAR LA TERCERA GUERRA MUNDIAL
Christopher McQuarrie diseñó la parte precedente a Sentencia final (Sentencia mortal) como un relato en el que se dan las claves precisas sobre las contradicciones sentimentales en las que se encuentra el personaje de Ethan Hunt. Después de perder, en partes anteriores, a algunas de las mujeres a las que ha amado a lo largo de la saga, el icónico agente norteamericano tiene que afrontar el asesinato de Ilsa Faust (Rebecca Ferguson), a manos del maquiavélico Gabriel (Esai Morales).
Tal hecho hacía pensar que Sentencia final se convertiría en una venganza sin tregua entre Ethan y Gabriel; y, en cierta medida, así es. Sin embargo, McQuarrie falla al no apoyarse más directamente en los sentimientos de odio de Hunt hacia el hombre que mató a su última enamorada. El esperado duelo entre los dos sí tiene una de las mejores secuencias de la película (una pelea magistral a bordo de avionetas de hélice); pero falla el componente emocional y romántico (el director enfoca la rabia de Hunt más hacia la pérdida de su compañero Luther Stickell, que hacia el recuerdo de lo sucedido con Ilsa).
El progresivo tono nostálgico y grisáceo que han ido adquiriendo las sucesivas partes de Misión: Imposible es un poco el preludio del fin. Sin embargo, Christopher McQuarrie y Tom Cruise no han querido dar carpetazo definitivo a una saga que ha generado millones de dólares en las taquillas planetarias; por eso han dejado la puerta medio abierta ante un posible regreso.
La muerte del icónico y paternal Luther Stickell (Ving Rhames) ha dejado espacio para un nuevo equipo de colaboradores, que acompañan a Etan Hunt. Una plantilla en la que están el simpático Benji Dunn (Simon Pegg), el elocuente Degas (Greg Tarzan Davis), la rápida e imaginativa Grace (Hayley Atwell) y la callada y mortífera Paris (Pom Klementieff).
Por el momento no hay un nuevo capítulo de Misión: Imposible a la vista (sería el número nueve), ya que Cruise se encuentra en estos meses enredado en el rodaje de la nueva cinta del mexicano Alejandro González Iñárritu, movie cuyo argumento va de un mandatario que intenta arreglar la debacle mundial que ha ocasionado con sus malas acciones. Aparte, también se ha empezado a hablar de la posibilidad de una secuela del film futurista Oblivion.
