Terry Pratchett cierra las puertas de Mundodisco
Terry Pratchett dio ayer su último paseo por Ankh-Morpok, al fallecer en su domicilio de Broad Chalke. El inventor de Mundodisco murió a los sesenta y seis años, víctima de una larga enfermedad que padecía desde hacía más de un lustro.
Si ambos hubieran coincido en el tiempo, Hans Christian Andersen y el autor de Ronda de noche abrían intercambiado anécdotas como locos. Los dos eran unos seres capaces de atisbar la magia de las palabras, más allá de los márgenes huesudos de una realidad poco dichosa en diversiones.
Aunque, en el caso de Sir Terry Pratchett (Beaconsfield, Buckinghamshire, Reino Unido, 1948- Broad Chalke, 2015) estas aventuras estuvieran mediadas por un humor más contagioso que el ofertado por el cuentista danés, una variante de sonora carcajada que batía su cobre metálico con la riqueza de sus retratos casi audiovisuales.
El creador del país de Mundodisco falleció ayer en su casa de Broad Chalke (Inglaterra), víctima del fatídico Alzheimer que arrastraba desde hacía ocho años, cuando le fue diagnosticada la terrible enfermedad degenerativa del olvido. Atrás quedaban cuarenta volúmenes con capital en Ankh-Morpork, de los que el último de la saga fue publicado en 2013, bajo el título de Raising Steam.
Contagiosas y sorprendentes, las narraciones de este amante de la ciencia ficción mediada por el pretérito conocido (inspirada continuamente en la tradición pictórica de los grandes maestros) son como suculentos caramelos, dispuestos a ser descubiertos por el lector sin miedo al aburrimiento o al sabor con síntomas de rápido agotamiento.
Así concibió Pratchett su currículo profesional a partir del lejano 1983, cuando accedió al mercado internacional con El color de la magia (primera entrega del cosmos de Mundodisco). Y mantuvo ese leitmotiv hasta el final de sus días.
Al investigar el material de archivo y sus numerosas declaraciones a la prensa, llama la atención de que el maestro de los sombreros extravagantes no deseara comparación alguna con J.R.R. Tolkein, ya que consideraba que la prosa del responsable de El señor de los anillos quedaba muy alejada de los juguetones contextos en los que se movían sus obras. Unos libros que se sitúan de manera más natural en las extensiones de la comedia británica de carácter tradicional, marcada por los diálogos chispeantes y las situaciones estrambóticas.
Con la muerte de TP, la fantasía de papel pierde un enorme puñado de fábulas contemporáneas: regada página a página con párrafos geniales, y maquillada suntuosamente con la literatura del absurdo.
Un universo multicolor en el que los pinceles hunden sus hebras entintadas en el líquido de la creación más absoluta, sin autocensuras ni cortapisas.
Terry Pratchett habla sobre su enfermedad en el programa Newsnight, de la cadena BBC
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