Saoirse Ronan es una joven con las ambiciones afiladas, propias de alguien que quiere dejar huella en el mundo del cine.
Después de conseguir su segunda nominación como Mejor Actriz Principal en la última gala de los Oscar (por su interpretación en Lady Bird), la fogueada veinteañera no se ha tomado un tiempo de descanso para deglutir el vértigo de la fama, sino que se ha puesto en marcha al poco de pisar la alfombra roja de los premios más codiciados en el Séptimo Arte por dos veces consecutivas; solo para seguir sembrando su carrera con caracterizaciones notables y dignas de elogio.
Uno de estos trabajos post experiencia Oscar, efectuados con la energía de los espíritus irreductibles, es el que la protagonista de Expiación ha llevado a cabo en la nueva versión cinematográfica del clásico teatral La gaviota (The Seagull): una película con la que Ronan demuestra su versatilidad dramática, envuelta por el discurso imperecedero de Antón Chéjov.
Estrenada en 1896, La gaviota es un texto de atmósferas latentes y envenenadas; en el que el espejo de la sociedad rusa queda configurado con los rasgos diamantinos de un grupo de personajes maltrechos anímicamente: alimentados con las vulnerabilidades y los defectos de las existencias enmascaradas.
Chéjov saca a pasear el estilete de la profundidad psicológica, para dotar a cada tipo que aparece en la obra con las cicatrices de los comportamientos extraviados en el camino de la inalcanzable perfección.
Una fórmula que el maestro ruso identifica con el ejercicio de la ironía eterna, similar a la que el bardo William Shakespeare exhibió en Hamlet.
El norteamericano Michael Mayer (Una casa en el fin del mundo) es el encargado de traducir a imágenes en movimiento el polisémico universo creado por Chéjov, avalado en todo momento por el prometedor guion escrito por Stephen Karam (un experto de la escena estadounidense, que acredita premios tan poderosos en el mundo teatral como el Tony).
SAOIRSE RONAN Y SU PARTICULAR NINA
La historia de La gaviota sigue las vicisitudes de cuatro personajes, tocados por la varita de las situaciones trascendentales.
El eje del citado cuarteto lo mediatiza una actriz de glorias ajadas, llamada Irina Arkádina. La mujer fue una diva de los escenarios en su juventud, pero los años acumulados han apagado el fulgor de antaño; y ya solo quedan recuerdos oxidados de un pasado de bambalinas y aplausos.
Esta donna de ovaciones soñadas viaja a la casa de su hermano, acompañada del famoso novelista Boris Trigorin, para pasar un período de descanso con su hijo: el dramaturgo experimental Konstantín Tréplev.
Nada más llegar al lugar, la trama desarrolla una relación familiar que guarda más de una similitud con el ecosistema vengativo y claustrofóbico de Hamlet; decorado en el que no falta la denostada Ofelia: identificada por Chejov como la ingenua vecina nominada Nina.
Saoirse Ronan se hace cargo, precisamente, de la parte de la romántica y engañada Nina. A tal efecto, la protagonista de Brooklyn somete su habitual apariencia de chica decidida y luchadora, a los rigores dramáticos de una dama decimonónica tocada por los pinceles de los corazones traicionados, sin tregua para la recuperación fácil y redentora.
A su lado, el británico Billy Howle (a quien próximamente se le podrá ver una vez más con Ronan, en la esperada On Chesil Beach) hace lo propio con el Hamlet eslavo que responde al nombre de Konstantín (el hombre que ansía alcanzar la valentía de confesar sus sentimientos a Nina).
Ronan y Howle forman la pareja de jóvenes puros y esperanzados; mientras que Annette Benning y Corey Stoll (The Strain) encarnan los roles de los egoístas y crueles Irina Arkádina y Boris Trigorin.
Nota.- The Seagull tiene previsto su estreno en USA para el próximo 11 de mayo.
Tráiler oficial de The Seagull, por Sony Pictures International