Salvador Sobral, a corazón abierto
El cantante y compositor portugués, famoso por ganar el Festival de Eurovisión en 2017, acaba de editar su tercer disco de estudio: un álbum intimista y poético, que lleva por título "bpm" (Warner Music Spain).
0
0
Salvador Sobral triunfó en 2017 en un certamen donde no se suele premiar la singularidad creativa, sino las exhibiciones pirotécnicas de aspirantes a ídolos de la música mainstream. Sin embargo, armado con su extraña voz aguda y dubitativa y un acompañamiento reducido a la mínima expresión orquestal, el lisboeta conquistó al jurado y al público de Eurovisión, con un confesional y romántico tema de estilo becqueriano, titulado Amar pelos dois (escrito por la hermana del artista, Luisa Sobral).
Desde entonces, la vida de Salvador Sobral ha cambiado bastante, en cuanto al aspecto profesional; al permitirle sobre todo saltar de las pequeñas compañías independientes y de corto recorrido, para firmar con un sello importante (Warner Music). Una oportunidad que le ha facilitado exportar sus canciones más allá de Portugal, y apuntalar su trabajo en el vivo y el directo.
Sin embargo, lejos de quedarse en la celebridad mercadotécnica que le otorgó su éxito en Eurovisión, el joven cantautor luso ha seguido su camino, entre la reconocida inspiración jazzística y ciertos intereses de cercanía al pop romántico y baladista. Así concibió el revitalizado Excuse Me (lanzado un año antes de su participación en Eurovisión) y París, Lisboa (2019). Un par de álbumes personales y luminosos, a los que ahora suma bpm (Warner Music Spain).
El productor y amigo de Salvador, Leo Aldrey es el principal valedor de esta obra, desplegada a lo largo de catorce letras sinceras y sentidas, que revelan la sensibilidad del trovador que las entona. Un repertorio de duelos y quebrantos, amores y deseos, sensaciones y amarguras, declaraciones y secretos, que lleva impreso el sello de las líricas enriquecedoras y estimulantes. En definitiva, un lúcido mosaico de teselas acompasadas y melódicas, que descubren el interior de un treintañero animado por explorar su talento con los pentagramas.
SALVADOR SOBRAL HACE SU AUTORRETRATO
La sensibilidad desbordada es quizá la virtud más adecuada para definir el curso narrativo de bpm. Ya desde el título (bpm quiere decir beats per minutes, en referencia a los latidos del corazón), Sobral da pistas respecto a cuáles son los pilares artísticos del disco, en el que ha querido congelar instantes trascendentales de su propia existencia.
Junto al profundo piano del compostelano Abe Rábade, el contrabajo de André Rosinha, la batería de Bruno Pedrosa y la guitarra André Santos, el trovador lisboeta afronta una especie de diario de emociones desvestidas, donde concurren los pensamientos y reflexiones de Salvador, como si se tratara de una carta sonora dirigida a su propio ser.
Desde el dramático arranque de Mar de memórias, a la pictórica Canción vieja, cada track sirve para descubrir facetas del autor, que van de la festividad misteriosa de Paint the Town a los alardes dolorosos y apasionados de Fui Ver Meu Amor.
Semejante vena inspiradora se produjo después de que Sobral fuera sometido a un tratamiento cardiaco, que le tuvo apartado de los escenarios durante un tiempo. Esos angustiosos días y noches han sido las auténticas musas de bpm, dando como resultado una obra que no oculta su dependencia del jazz destinado a pequeñas audiencias, y que conjunta su orquestación con un minimalismo absorbente y nostálgico.
Cosmopolita y multicolor, este tercer trabajo de estudio del cantante luso exhibe el crecimiento de un músico con la necesidad de reivindicar su espacio, muy lejano en intenciones y en el tiempo del que la marabunta eurovisiva intentó asignarle.
Más información en
