Russell Crowe vuelve a investigar al lado de Kim Bassinger
Russell Crowe coincide nuevamente con Kim Bassinger, su antigua compañera a lo Veronica Lake de L.A. Confidential, en un thriller policíaco con muchas balas volando.
Las oscuras tramas relacionadas con el crimen y el sexo en las altas esferas vuelven a unir a las estrellas de Gladiator y Análisis final, después de casi veinte años de sus caracterizaciones como el rudo Bud White y la espectacular Lynn Bracken en L.A. Confidential. Mucho han cambiado las cosas desde entonces. Para empezar, la sex symbol rubia que se dejaba puesto el sombrero en Nueve semanas y media ya no copa portadas en las revistas; mientras que el neozelandés ha dejado su vena macarra y chulesca, por una actitud más sensata y creativa.
Pero tampoco tienen mucho que ver las coordenadas argumentales y narrativas de la premiada L.A. Confidential, con el guion a medio camino entre Gangster Squad y Lipstick que diseña The Nice Guys.
La obra de Shane Black (Iron Man 3) arranca con el asesinato de una actriz porno en horas bajas. Los agentes de la ley archivan el caso como suicidio, pero la tía de la pasional dama no cree que la verdad sea esa. Sin posibilidades de convencer a los hombres de azul para continúen con la investigación, la señora acude a un par de detectives con espolones de alcohol, para que la ayuden a resolver un misterio que tiene visos de conspiración peligrosa.
RUSSELL CROWE, RYAN GOSLING Y MATT BOMER EN BUSCA DE PISTAS
Los Estados Unidos en los años setenta, cuando la industria del porno comenzaba a obtener beneficios realmente sorprendentes entre el público medio, es el marco escogido por Black para ambientar la historia de este filme cargado de acción y adrenalina. Al lado del casi debutante Anthony Bagarozzi, el responsable de Kiss Kiss Bang Bang despliega un libreto con múltiples lecturas, el cual toma su vitamina escénica de parte de los clásicos del cine negro de hornada más reciente, como La brigada del sombrero y Los intocables.
Una aventura que inició su rodaje en otoño de 2014 en la ciudad de Atlanta, avalada por el impulso financiero de Joel Silver, y con la fortaleza que da el disponer de un reparto que bien parece el ansiado póker de ases de una timba hollywoodiense.
Como referentes de esa metafórica jugada de cartas, se encuentran dos intérpretes sumamente intuitivos y de inteligencia visceral, como el neozelandés Russell Crowe y el canadiense Ryan Gosling. Ellos son Jackson Healy y Holland March, un par de detectives machacados en el cuadrilátero de las existencias difíciles. Tendentes a las elevadas gradaciones etílicas y a los callejones sin farolas, estos individuos son de los que no ceden ante las presiones de los poderosos; algo que les convierte en sumamente incómodos para ciertos personajes de la esfera vip, deseosos de esconder la realidad más sórdida bajo las alfombras del silencio institucional.
Crowe y Gosling son los encargados de aportar la gasolina al motor del largometraje, pero no son los únicos que tienen un peso específico en la trama; ya que dentro del esquema dramático, Shane Black también pone en movimiento la presencia beneficiosa del emergente Matt Bomer (el protagonista de la serie Ladrón de guante blanco); aparte de la seductora aura que acredita la singular Kim Bassinger.
The Nice Guys no comenzará su andadura por las salas del planeta hasta 2016. Cuando eso ocurra, los intérpretes de los recordados Bud White y Lynn Bracken volverán a verse las caras con algunas arrugas de más, además de con identidades y destinos diferentes a los imaginados por Curtis Hanson y James Ellroy.
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