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Parece que las polémicas respecto a los desmanes de este cineasta parisino de nacimiento, y polaco de adopción, han pasado a mejor vida en 2011; y el responsable de La semilla del diablo vuelve a la actualidad internacional por lo que mejor sabe hacer: enlazar fotogramas. Después de la intensa y misteriosa El escritor, estrenada el año pasado; el autor de Chinatown se adentra en las celdas emocionales surgidas de la mente de la escritora y dramaturga francesa Yasmina Reza, a través de su obra Un dios salvaje.
God Of Carnage es el titulo escogido por el director para su largometraje número treinta detrás de las cámaras. Como en ocasiones anteriores, los comportamientos extremos de los personajes son los que mueven una trama que versa sobre una amistad mediada por la violencia. Nancy, Alan, Penélope y Michael son cuatro esquinas afectivas de una misma realidad, marcada por las peleas llevadas a cabo por los hijos de las dos parejas matrimoniales. Por la unión forzada de estos adultos saldrán a relucir los miedos y complejos de una sociedad aquejada de la falta de expresividad.
Reza firmó el montaje teatral de Le Dieu Du Carnage en los escenarios franceses en 2004, consiguiendo un éxito más que notable favorecido por la competencia de un reparto liderado por la genial Isabelle Huppert. La trama aparentemente calmada descrita por sus chispeantes e inteligentes diálogos fue acertadamente valorada por el público y los expertos, que vieron en el texto de la autora de la popular Arte un modelo para adentrarse en los padecimientos de los seres humanos en este siglo XXI.
No es de extrañar que Polanski se haya sentido atraído por la electricidad situacional del libreto de la parisina. Aunque el interés por las palabras de Reza viene de lejos; en concreto desde la época ochentera, en la que el creador de La novena puerta contrató los servicios de la heredera de Molière para adaptar La metamorfosis, de Kafka.
Pero, si por algo se distinguen los largometrajes del que fuera marido de la malograda Sharon Tate es por la adecuación de su elenco dramático; en este caso compuesto por estrellas más que competentes en las tareas de hacer creíbles las caracterizaciones de cualquier pelaje y calado existencial.
Por el lado de las mujeres se encuentran Kate Winslet (Reading, Inglaterra, 1975), que encarna a Nancy, y Jodie Foster (Los Ángeles, USA, 1962), que hace lo propio con Penélope. La protagonista de Titanic, consciente de la importancia de un trabajo así en su carrera, no puso objeciones a Polanski. De hecho, fue todo un lujo para ella poder saltar de Steven Soderbergh, con el que acaba de finalizar Contagion, al grabador de Repulsión. Por su parte, Foster tiene a punto de estrenar El castor, filme que dirige ella misma y que cuenta con la presencia de Mel Gibson.
En cuanto a los hombres, don Roman ha optado por dos tipos bastante distintos. El austriaco Christoph Waltz (Viena, 1956) se mete en la piel de Alan. Los admiradores del oscarizado nazi de Malditos bastardos también tendrán ocasión de disfrutar de las dotes del compatriota de Sissi como el cardenal Richelieu, en Los tres mosqueteros de Paul W. S. Anderson. Mientras, el estadounidense John C. Reilly (Chicago, 1965) se embute en la psique de Michael.
Siempre es una buena noticia encontrarse con un nuevo trabajo de Roman Polanski. Él es historia viva del séptimo arte; emocionando y perturbando según marcan los cánones del guion, y con independencia de la posible irregularidad en el resultado global. Nunca se queda en la indiferencia.
