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Poltergeist es uno de los estrenos más esperados de la actual temporada cinematográfica. Financiado por Sam Raimi, este remake corre a cargo del interesante director londinense Gil Kenan.
Cuando Tobe Hooper aceptó la oferta de Steven Spielberg para grabar una película de terror familiar, a ninguno de los dos se les pasó por la cabeza que iban a idear uno de los filmes más recordados del género.
El guion original firmado por Mark Victor, Michael Grais y el creador de E.T. versaba sobre una casa construida encima de un cementerio indio, y contaba con todo lujo de detalles sobrenaturales los problemas que padecían los Freeling, dentro del tétrico inmueble. Poltergeist (cinta titulada en los países de habla hispana como Fenómenos extraños) reventó las taquillas del planeta nada más producirse su estreno, y su leyenda comenzó a forjarse con el fuego del culto cinéfilo y las astillas de las maldiciones a flor de fotograma.
El éxito de la película (que obtuvo tres nominaciones en la edición de los Oscar de 1983) dio pie a una trilogía; aunque la Prensa internacional no solo se hizo eco de los excelentes números de la producción, sino de la mala suerte que acompañó a algunos de sus protagonistas.
En este apartado de los azares oscuros, las hijas ficticias del matrimonio Freeling fueron las que se llevaron la peor parte. Poco tiempo después del rodaje de Poltergeist, la chica adolescente del clan (Dominique Dune, quien puso físico a Dana) falleció a los 22 años, víctima de la violencia de género. Mientras que la pequeña Heather O’Rourke (que encarnó a la inolvidable Carol Anne) murió en 1988 por causa de un fallo cardíaco y pulmonar, agravado por una obstrucción intestinal. Tenía solo 12 primaveras.
Treinta y dos temporadas después, el director londinense Gil Kenan (City Of Ember- En busca de la luz) y el productor Sam Raimi (Spider-Man) se atreven a desafiar a los fantasmas de celuloide, en un remake que ha tenido más de un retraso por falta de presupuesto; y que al final parece que verá la luz en el verano de 2015.
POLTERGEIST Y LAS TELEVISIONES DE PLASMA
Ya están aquííí. Esta sencilla afirmación, pronunciada en la mítica escena de la pequeña Carol Anne Freeling sentada frente a una pantalla sin emisión alguna, causó más de un sobresalto entre los espectadores ochenteros.
En ese momento, la mayoría de los que se acercaron a las salas no tenían una conciencia muy exacta de lo que iban a presenciar; ya que la factoría de Spielberg -antes de El color púrpura y La lista de Schindler- estaba más asociada a un tipo de cine para todos los públicos (si se salva la excepción de Tiburón y El diablo sobre ruedas), y para nada se relacionaba con los largos emparentados con El exorcista. Quizá por esa razón, Poltergeist marcó época en su momento.
Tal fue el impacto del misterio inicial, que las otras dos entregas no generaron ni la mitad de la repercusión mediática y social de la primera parte; un hecho que demostró el poder de convocatoria ocasionado por el misterio envolvente (probablemente, ajeno a los propios autores) que dio alas de águila imperial al largometraje de Hooper.
Todo eso se ha perdido con las décadas. El tema de Poltergeist llega a las manos de Kenan tras haber sido explotado -con mayor o menor fortuna- en miles de obras de la pantalla grande y de la televisión. Sin embargo, algo sigue palpitando en el argumento, un pulso acelerado y novedoso en el que el realizador inglés ha apoyado su versión del clásico fechado en 1982.
Motivado por su interés hacia el asombro, y para no caer en la tentación de repetir sensaciones, el creador británico de Monster House ha modificado aspectos sustanciales del relato; así como los nombres de los personajes (ahora son los Bowen, en vez de los Freeling), y la localización del barrio residencial en el que transcurre la acción (el rodaje ha tenido lugar en Canadá, para dejar sentada la diferenciación paisajística con respecto a la movie de Hooper).
Unos cambios necesarios que vertebran la historia escrita por David Lindsay-Abaire (Oz, un mundo de fantasía). A través de estos retoques, GK deja claro que este Poltergeist del siglo XXI es un remake organizado desde la libertad de esquemas, en el que las escenas reconocibles con respecto a su molde ochentero son cuanto menos que circunstanciales.
No obstante, lo que sí repite el vecino de la urbe del Támesis es el esqueleto formal y humano. La revisión de 2015 también sigue los sufrimientos de una familia, que debe plantar cara a una invasión de espectros malignos. Un clan en el que Eric (Sam Rockwell) es el patriarca; Amy (Rosemarie DeWitt), la madre; Kendra (Saxon Sharbino), la hija mayor; Griffin (Kyle Catlett), el mediano; y Madison (Kennedi Clements), la menor. Un reparto en el que también aparecen Jane Adams (Dra. Claire Powell) y Jared Harris (Carrigan Burke).
Una vez estrenado el lavado de cara de Poltergeist, los ghosts ya no llamarán a Carol Anne en las noches catódicas, sino a Madison. Lo que cabría preguntarse es a través de qué pantalla harán sonar su timbre en este 2015. ¿Lo harán por la del ordenador, por la del móvil, por la de la tablet, por la del notebook, por la del mp3…?
Las nuevas tecnologías han multiplicado las llaves de acceso una barbaridad…
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