Patricia Clarkson no es una estrella del celuloide que reviente las taquillas con su sola presencia, pero cada una de sus interpretaciones suele exhibir la sensibilidad activa de una mujer que se toma el trabajo de la actuación como si fuera una tarea de modelaje (siempre diferente y acomodada a la naturaleza del papel que esta tiene entre manos).
En apariencia y por resultados artísticos, la actriz norteamericana se asienta con mayor comodidad en las producciones con presupuestos discretos que en los aparatosos blockbusters hollywoodienses; en los que, de vez en cuando, la protagonista de Aprendiendo a conducir ha tenido que lucir la savia rectora de su virtuosismo ante las cámaras, siempre en calidad de secundaria y con capacidad para robar cualquier plano a los costosos efectos especiales.
Out Of Blue es el último título en el currículo de esta señora de mirada atrevida y modales elegantes: una película que destila mordacidad e ironía en clave de noir clásico, y que sale beneficiada por la guía argumental que encuentra en la novela Night Train (texto de Martin Amis, en el que está basado el guion).
La británica Carol Morley (The Falling) ha saltado el “charco” para ponerse al frente de esta obra rica en penumbras y zozobras, en la que una detective deberá resolver si un claro suicido es lo que parece, o si se trata de un asesinato encubierto.
Los fogueados James Caan (Rollerball) y Toby Jones (El velo pintado) secundan a Clarkson, en esta escenificación de un libro concebido como irónico recorrido por los tópicos más trillados dentro del género policiaco.
PATRICIA CLARKSON SE CUELGA LA PISTOLA
La trama de Out Of Blue ocurre en una ciudad de USA carente de identificación real, aunque las localizaciones han sido grabadas en la populosa urbe sureña de Louisiana.
En ese ecosistema de sudorosas atmósferas y vientos etílicos, la detective Mike Hoolihan (Clarkson) intenta acallar los fantasmas de una violación que esta sufrió cuando contaba tan solo diez años; y lo hace imbuyéndose de cabeza en su trabajo, como agente de la ley en el departamento de homicidios.
Un día, el coronel Tom Rockwell (jefe y mentor de Mike, al que presta su cuarteado físico el veterano James Caan) pide a Hoolihan que investigue la extraña muerte de su hija Jennifer (papel que encarna Mamie Gummer): una brillante astrofísica con la vida arreglada que, según las trazas del caso, ha cometido suicidio.
Mike acepta la misión por la amistad que siente hacia el coronel; sin embargo, en su interior piensa que lo más probable es que la hipótesis de que la chica se haya quitado la vida es de lo más plausible.
Los decorados abiertamente tenebrosos y ambiguos en los que transcurren las escenas de Out Of Blue han servido de ayuda a Morley para construir un filme que pretende desplegar lecturas variadas, y que anhela adquirir velocidad de crucero conforme sincroniza la acción secuencial con la incluida en novela de Martin Amis.
El escritor británico pensó Night Train (título que el autor tomó prestado de la canción que escuchaba Jennifer Rockwell, mientras la chica cometía suicidio) como una especie de broma contra los estereotipos del género de detectives estadounidenses; y así nació Mike Hollihan: una servidora del orden que porta nombre masculino, y que padece la amargura habitual de este tipo de roles en su versión abiertamente varonil (incluso detenta el vicio de la bebida para silenciar sus penas).
Un papel que inicialmente iba a ser para Sigourney Weaver, pero que se llevó finalmente Patricia Clarkson por su constancia y por su sobriedad tragicómica.