Minari es una película que sustenta su peso dramático en las situaciones humanas que plantea, y en la potente mirada del pequeño Alan S. Kim, quien interpreta al expresivo y ocurrente David Yi.
Con semejantes armas de indudable valor sentimental y empático, el cineasta Lee Isaac Chung (Abigail Harm) triunfó en la noche del 28 de febrero, durante la gala de entrega de los ambicionados Globos de Oro; al levantar el trofeo destinado a coronar a la Mejor Película en Habla No inglesa. Un verdadero hito, para una producción que partía como la cenicienta de los largometrajes que estaban en liza por el ansiado premio; batalla en la que derrotó a la guatemalteca y terrorífica La Llorona, de Jayro Bustamante, a la impactante movie danesa Otra ronda, de Thomas Vinterberg, al sensual y aguerrido film francés Entre nosotras, de Filippo Meneghetti, y a la nostálgica obra italiana La vida por delante, de Edoardo Ponti (con una excepcional Sophia Loren al frente, como protagonista).
De esta manera, y tras haber llamado la atención en el pasado Festival de Sundance, Minari volvió a reclamar los focos de la prensa internacional; y permitió a los aficionados soñar con una especie de continuación del idilio de Hollywood con los relatos exportados de Corea del Sur, y que cosechó sus mayores logros en 2020, con el Oscar a la Mejor Película logrado por Parásitos, de Bong Joon-ho.
No obstante, la naturaleza e intenciones de la creación de Lee Isaac Chung son muy diferentes de las expuestas en Parásitos. Para empezar, Minari es un trabajo que alterna el ADN coreano con el estadounidense. De hecho, pese a que compitiera en el apartado de Mejor Película de Habla No Inglesa, la película goza en realidad del sello made in USA, con su cuidado seguimiento de un clan de inmigrantes que busca denodadamente su porción del publicitado sueño americano, dentro de la nación de las barras y estrellas.
A tal efecto, Lee Isaac Chung (quien nació en Detroit) pasea sus cámaras por localizaciones tomadas en una disfrazada Tulsa (Oklahoma), para recrear la existencia de los Yi: un matrimonio surcoreano, acompañado de sus dos hijos y de una singular abuela, que huye de su país natal para empezar una nueva vida en la región de Arkansas.
La integración con la complicada y cerrada comunidad de vecinos, los problemas de la pareja de antiguos sexadores de pollos para explotar una granja de verduras coreanas, y las aventuras del pequeño David Yi en un mundo que le resulta apasionante y sorprendente marcan las líneas argumentales de este agradable y colorista film.
MINARI Y EL TRIUNFO DE LA SENCILLEZ
Una de las virtudes de Minari reside en su capacidad para elaborar increíbles secuencias y cuadros visuales, a partir de la aparente simplicidad de sus elementos constitutivos. Una habilidad que recae en los excelentes actores que componen el elenco artístico, y que parecen encontrarse muy cómodos en las amplias costuras de sus respectivos personajes.
Cada diálogo y silencio en la película transpiran la veracidad de los recuerdos cargados de significancia, lo que redunda en la supuesta conexión existente entre la movie y la vida real del guionista y director Lee Isaac Chung. Unos lazos afectivos, que generan una contagiosa atmósfera de enorme atracción humana.
Una veces con altas dosis de drama cotidiano y otras como comedia hilarante y simpática, los diferentes estados emocionales por los que transita la historia de Minari invitan sin cortapisas al seguimiento de esta obra sincera e inspirada. Un título que ya apunta hacia los próximos Oscar de Hollywood, donde podría dar la campanada de nuevo.
Nota: Minari llegará a las salas españolas a partir del próximo 12 de marzo de 2021
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