Mark Gregory, el guerrero del Bronx
El actor italiano, que lideró el periodo del Italian exploitation con el personaje de Trash, fue una estrella de breve recorrido cinematográfico; aunque los títulos en los que participó tuvieron un relevante éxito en las salas y en los antiguos videoclubs.
Mark Gregory saltó a la fama por ser una rara avis en el escaparte de tipos duros ochenteros, más que por sus dotes artísticas ante las cámaras.
Este intérprete romano, de espigada y musculosa figura, poseía una mirada huidiza y cierto deje de timidez visible, que no solía corresponderse con los rocosos comportamientos de otros actores acostumbrados a dar vida a hombres sudorosos y con malas pulgas, a los que el heroísmo les viene de cuna. Individuos del estilo pétreo y agresivo de Sylvester Stallone, con Rambo, o Clint Eastwood, con Harry el Sucio.
No obstante, había bastantes elementos que contribuyeron a que Gregory se saliera de la norma. Para empezar, estaba el asunto de la edad. Mientras los duros clásicos acreditaban normalmente más de treinta años, el capitalino accedió a ese mundo con tan solo diecisiete primaveras, cuando fue descubierto por el director Enzo G. Castelleri, en un gimnasio de la Ciudad Eterna.
Sin conocimientos previos de arte dramático, Marco di Gregorio trabajaba en una zapatería en el momento en que se impuso a otros 2.000 aspirantes, ansiosos por obtener el rol protagonista de 1990: Los guerreros del Bronx (Enzo G. Castellari, 1982).
Esta especie de traslación transalpina de los filmes de pandilleros, avalada por la excelente The Warriors: Los amos de la noche (Walter Hill, 1979) y mezclada con el mensaje apocalíptico de los conflictos nucleares, supuso el momento álgido del llamado Italian exploitation, y otorgó a Mark un estatus de estrella popular, que no supo digerir del todo.
Cuenta Fred Williamson (quien compartió títulos de crédito con Gregory, en Los guerreros del Bronx) que el entonces adolescente Marco estaba tan poco fogueado a nivel interpretativo, que este tuvo que darle clases aceleradas de cómo andar y moverse como un pandillero; algo que chocaba bastante con los ademanes un tanto artificiales del actor romano (se notaba demasiado la dependencia de la lucha greco-romana, en la que MG era un experto).
MARK GREGORY AMABA LAS MOTOS
En el inicio del rodaje de 1990: Los guerreros del Bronx, pocos confiaban en que la apuesta de Enzo G. Castellari llegara a buen puerto. Sin embargo, el filme pronto captó la atención de los aficionados; sobre todo por la historia romántica del dolorido Trash y la chica a la que debía rescatar, y por la brillante partición de Williamson y Vic Morrow (uno de los malos más prolíficos en Europa y Estados Unidos).
Después de Los guerreros del Bronx, Castellari volvió a recurrir a Gregory como Trash, en Fuga del Bronx (1983), pero los resultados fueron peores que los de la primera entrega, y eso que los responsables de la secuela consiguieron contratar al electrizante Henry Silva, en la piel del antagonista de Trash.
Este díptico cinematográfico conformó la parte más brillante y laureada de la carrera de Mark Gregory; aunque su currículo se prolongó por un tiempo más, en producciones de acción deudoras de las películas procedentes de las carteleras estadounidenses.
Dentro del grupo de movies con explosiones y peleas aguerridas que copó el CV del lazial, Adán y Eva, la primera historia de amor (Enzo Doria, Luigi Russo, 1983) supuso un cambio en el registro dramático de Mark Gregory. Pese a que la crítica no comprendió el hecho de que aparecieran caníbales y animales prehistóricos en el mismo argumento que las alusiones al Génesis, la película tiene un aire extraño y exótico, con las actuaciones miméticas y de spot publicitario de MG y Andrea Goldman.
Tras este trabajo, el romano intentó probar nuevamente las mieles del éxito pretérito, como el agente de policía Luis “Thunder” Martinez, en la trilogía Trueno, dirigida por Fabrizio De Angelis.
Al final, y a los veinticuatro años, Mark Gregory abandonó la actuación con el largometraje Warbus II Afganistan (Pierluigi Ciriaci, 1989), y se perdió en el silencio más absoluto. Algunos aficionados creen que ahora trabaja en una pizzería, y otros lo sitúan en una empresa milanesa de marketing.
Lo que sí parece seguro es que Marco di Gregorio pasó página, lo que no impide que los fans sigan disfrutando con su singular caracterización de Trash, en la saga de Los guerreros del Bronx.