Lucian Freud, en el Thyssen
El museo abre, en su sede madrileña, una extensa muestra dedicada al pintor británico, en colaboración con la National Gallery de Londres. La exposición, compuesta por cerca de cincuenta obras, documenta la constante evolución del artista nacido en Berlín, aunque educado en Reino Unido: un recorrido que se nutre de las obsesiones creativas de Freud, con su capacidad para reflejar la naturaleza oculta tras el rostro y el cuerpo de modelos conocidos y anónimos.
Lucian Freud (1922- 2011) alimentó sus siete décadas de trabajo con los colores y las pinceladas obtenidas de su eterna observación de las entrañas humanas, parapetado tras los anteojos de una proyección analítica salvaje y voluntariamente agresiva.
El nieto de Sigmund Freud pareció aplicar las exploraciones introspectivas de su abuelo a cada una de sus obras, en las que las facciones parecen derretirse, los miembros reblandecen tras su aparente dureza, los gestos se convierten en huidizas pancartas del desencanto individual y las miradas clavan sus aguijones sanguinolentos en la conciencia de quien observa con curiosidad apremiante -y casi pecaminosa- al otro lado del lienzo/espejo.
Los cuadros elaborados por Lucian Freud poseen la fuerza del descubrimiento sin fin; justo como ocurría con algunos de sus compañeros de escuela y generación, tales como Francis Bacon, Frank Auerbach o Michael Abdrews. Un grupo de artistas canibalizados por los rigores de los años de hambruna y desafección, que siguieron a la genocida locura de la Segunda Guerra Mundial; y los cuales marcaron el pulso de una plástica henchida de expresionismo cromático y contrastes gradados, como si cada pieza fuera en realidad un vehículo propicio para acercarse a la esencia de un paisaje, una persona o un edificio de fachadas oxidadas.
Con motivo del primer centenario del nacimiento de Lucian Freud, el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza ha diseñado una espectacular exhibición, titulada Lucian Freud. New Perspectives: un jardín oleoso con disposición cronológica pensado por la comisaria y experta Paloma Alarcó, que intenta alentar diferentes maneras de dejarse seducir por las pinturas aguerridas de este ilustre representante de la Escuela de Londres, el cual utilizó en dos ocasiones al difunto barón Thyssen como modelo.
Las cinco secciones en las que se divide la muestra recogen cada una de las estaciones pictóricas por las que transitó la paleta del nieto del padre del psicoanálisis, y que sirvieron para depurar la forma en la que LF plasmó su milimétrica técnica a la hora de enfrentarse a un retrato.
Entre las líneas de expresión de sus modelos se pueden localizar atisbos de fatiga vivencial en el más puro estilo de Holbein, de amargura grisácea en la línea de Rembrandt, de chispas fantasmagóricas heredadas de Goya, de hedonismos ralentizados con los alardes impresionistas de Cézanne, o del erotismo catapultado a la locura naturalista de Gustave Courbet.
LUCIAN FREUD RECIBE EN EL THYSSEN UN HOMENAJE POR EL PRIMER CENTENARIO DE SU NACIMIENTO
Los cinco cuadros que el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza posee en su colección ejemplifican la intensa relación de amistad que Lucian Freud mantuvo en vida con el barón Thyssen. Un contacto que dio como resultado dos retratos (uno de ellos donado recientemente a la colección madrileña por Francesca Thyssen), los cuales están presentes en New Perspectives.
La figura de este aristocrático personaje se une sin elitismos con la comunidad de caras desconocidas que componen el laberinto de seres que protagonizaron el currículo del creador berlinés. Un aquelarre de anatomías deformadas, que clavan sus huesos faciales y sus costillas astilladas en la retina del espectador, para invitarle a un universo de pigmentos robados a la normalidad latente.
Desde sus primeros alardes plásticos con sus hermanas como improvisados maniquíes a los desnudos que el propio artista tomó de sí mismo (imágenes que carecen de cualquier signo de idealización), las piezas que cuelgan de la pinacoteca capitalina desvelan la pasión de LF por congelar el elemento humano, hundido en una selva de michelines y flacideces diversas.
A lo largo de New Perspectives se intuye la absoluta libertad con que Lucian Freud dirigió sus pinceladas a lo largo de su existencia, sin imposiciones por modas ni corrientes. Una senda marcada por los vaivenes psicológicos de un hombre que pudo canalizar la influencia de su abuelo a través del arte.
En los cuadros de LF no hay decoro ni armonía políticamente correcta, simplemente hay carne en busca de motivar la reacción compulsiva de los que contemplan una intimidad ofrecida a bocados. Un abismo de sudores figurados y rutinas sulfurosas, presidido por el talento contestatario de un artista irreductible, y en eterna batalla contra las concepciones adocenadas de los críticos y los enciclopedistas.
Nota: Lucian Freud. New Perspectives estará abierta al público, en la sede madrileña del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, hasta el próximo 18 de junio de 2023.
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