Lisbeth Salander amplía su existencia
El célebre personaje creado por Stieg Larsson vuelve a unirse al activo Mikael Blomkvist, para protagonizar "Las garras del águila" (Ediciones Destino): una novela escrita por Karin Smirnoff, que inaugura una nueva trilogía literaria, después de las elaboradas por Stieg Larsson y David Lagercrantz. En esta entrega, aparece por primera vez la sobrina adolescente de Salander, la cual ha heredado bastantes rasgos de su peculiar tía.
Lisbeth Salander nació para el gran público en 2005, cuando el narrador sueco Stieg Larsson escribió Los hombres que no amaban a las mujeres (la primera y sorprendente entrega de la serie Millennium). En ese momento, el personaje de la castigada hacker informática que se rebelaba contra su condición de víctima en un universo excesivamente masculino, marcó una senda a seguir por parte de las heroínas de novela negra.
La capacidad de Salander para enfrentarse a los enemigos más poderosos y crueles, siempre perseguida por fantasmas de su pasado nunca vencidos en su totalidad, impactó a los seguidores de la saga diseñada por Stieg Larsson; de tal manera que incluso el rol del protector e inteligente periodista Mikael Blomkvist quedó desdibujado progresivamente, superado por la fuerza escénica y la perspicacia de la callada y endurecida Lisbeth.
La trilogía iniciada por Larsson en Los hombres que no amaban a las mujeres se completó con La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire, último título que coincidió con la inesperada muerte del autor.
Después de las correspondientes adaptaciones cinematográficas de nacionalidad sueca (la brillante caracterización de la actriz Noomi Rapace logró enfatizar más la potencia de Lisbeth Salander) y de un intento fallido por parte de la industria estadounidense, los editores propusieron a David Lagercrantz continuar con la saga. Este lo hizo con Lo que no te mata te hace más fuerte, El hombre que perseguía su sombra y La chica que vivió dos veces: un tríptico que mostró facetas distintas de la exitosa Lisbeth.
Al finalizar sus tres libros, Lagercrantz ha dado el testigo a la periodista Karin Smirnoff, quien ha decidido aportar nuevas historias a la saga Millennium, incluidas en las múltiples tramas de Las garras del águila (Ediciones Destino).
Al igual que sucedió con Lagercrantz, los antecedentes profesionales y creativos de Karin Smirnoff están algo alejados del terreno del noir nórdico. En concreto, la novelista solo había editado una premiada y valorada trilogía de textos, concebidos a raíz de un curso de literatura que KS había llevado a cabo en la Universidad de Lund.
No obstante, la autora emergente ha afrontado el reto con la suficiente entereza, como para dotar a Lisbeth y a Blomkvist de sendas vidas inspiradas en sus respectivos orígenes; aunque estas existencias de papel sean completamente inéditas, sobre todo para los que pensaban que esta pareja de investigadores no estaban hecha para acumular años.
LISBETH SALANDER YA NO ES LA ANTIGUA JOVEN HACKER QUE HACÍA DE SU SOLEDAD VITAL UNA BANDERA
El paso por tres escritores diferentes en intenciones y metodología han alimentado a Lisbeth Salander y a Mikael Blomkvist de un proceso de metamorfosis estimulante y sumamente rico en matices y recursos narrativos. Si Stieg Larsson fijó su atención en la faz más vulnerable de la explosiva Salander, sin dejar de lado la aportación sensata y racional de Blomkvist; Lagercrantz apostó por un camino de independencia absoluta para el rol de Lisbeth, imantado por ciertas revelaciones oscuras relativas a sus infiernos familiares.
Por su parte, Karin Smirnoff aprovecha e inventa un fondo sensible para la hacker de Los hombres que no amaban a las mujeres, asociado con una ligera dependencia contextual de los protagonistas de Los chicos del departamento Q y de la icónica Kay Scarpetta. Esros lazos de unión afectiva se concretan con la inclusión de la sobrina adolescente de Lisbeth: una teen díscola e incontrolable, que responde al nombre de Svala.
La acción de Las garras del águila tiene lugar en su mayor parte entre Estocolmo y las desapacibles y solitarias extensiones del norte de Suecia. Allí es donde se dirigen las pesquisas detectivescas de Lisbeth y Mikael, atraídos por una maquiavélica red de corruptelas y sobornos; actividades amparadas bajo el paraguas de un ecologismo falso e interesado.
En medio se semejante panorama, la pariente adolescente de Salander entra en juego, después de que su madre desapareciera sin dejar rastro.
Como en las seis entregas precedentes, Suecia aparece como una nación de contrastes y violencia a pie de calle. Un lugar en el que la ultraderecha está ganando miles adeptos entre la población, y en el que los comportamientos de agresión machista a las mujeres están más extendidos de lo que se podía pensar fuera de sus fronteras (estos temas han sido frecuentes en los mejores títulos de la novela negra proveniente de la zona escandinava).
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