Katy Perry inventa sobre seguro
Katy Perry juega con diferentes atmósferas pop y electrónicas nostálgicas, para componer el universo de Witness (Capitol Records): el quinto álbum de estudio de la diva californiana.
La enérgica vocalista estadounidense se lanza al ruedo de los experimentos controlados, al lado de compañeros de aventuras tan fiables como Nicky Minaj, Skip Marley y Migos.
Perry está en estos momentos inmersa en una gira mundial, que la llevará al O2 de Londres los días 14 y 15 de junio de 2018.
Hubo un tiempo en que las aspirantes a reinas de los escenarios concertísticos, en versión popular, querían parecerse a Madonna.
Pero las modas y los nombres cambian, y el paso de los años ha querido que el imán artístico para este comienzo del siglo XXI sea una mezcla efectiva entre Lady Gaga, Miley Cyrus y Beyoncé.
De ese rompecabezas de rasgos y poses frente a los objetivos han surgido multitud de damas, con huestes ansiosas por servirlas. Un grupo en el que solo se puede acomodar a medias la actitud física y profesional de Katy Perry.
Esta chica nacida en Santa Bárbara (localidad playera eternamente asociada al homónimo culebrón televisivo protagonizado por Robin Wright) posee una energía que no entiende de ambigüedades, ni de comportamientos de etiqueta; lo que le ha otorgado el beneplácito de los hits atronadores, estimulados por el impresionante engranaje mercadotécnico que siempre la acompaña.
Sin embargo, Witness parece horneado con una fórmula distinta a la de las cuatro obras anteriores de la norteamericana.
“Quiero darle más diversión, pero también experimentar y probar con diferentes productores y colaboradores, incluso con diferentes estilos“, confiesa KP en su página web. Afirmaciones que solo se cumplen en un cincuenta por ciento, cuando se escuchan los 15 cortes de los que se compone su nuevo trabajo sonoro.
KATY PERRY NO LOGRA SUS OBJETIVOS
Una lírica pretendidamente sentida, con mucho pop de añejos sabores, precede al cancionero pensado por Katy. Al calor del título del álbum, la californiana desgrana una serie de emociones carpeteras y algo ingenuas, que traducen sus delaciones en una song destinada a convertirse en himno militante para sus numerosos fans.
Un elemento, el del contagio colectivo a base de estribillos aglutinadores, que la cantante siempre ha utilizado de manera magistral, con el fin de despertar el favor de los que escuchan sus potentes eslóganes de salvajismo rebelde y descafeinada profundidad.
Pero Witness va más allá de las sendas andadas por la chica de Santa Bárbara en sus orígenes más abiertamente teen.
En este quinto CD, la diva de los ojos claros propone una tabla de quesos, en la que hay posibilidad para mojar el apetito en electrónica de perfeccionismo técnico y R&B de sutiles toques profanos; y con ese plato como entrante, invita a los comensales a degustar el menú diseñado para la ocasión por Perry y el inteligente productor Max Martin.
A través de semejante núcleo sinfónico, la ex de Orlando Bloom despliega una serie de látigos melódicos, con los que golpea las entrañas del pop sintético y hedonista; además de arrancar los costillares al house somnoliento de los noventa. Un cosmos de extrañas relaciones, donde incluso hay espacio para recordar las hazañas musicales de Fatboy Slim.
Con todo ello, Katy Perry firma un disco entretenido y de variaciones simpáticas, muy apetecible para animar cualquier party vecinal.
Aunque, el propósito inicial de la experimentación y las metamorfosis voluntarias (a veces, es imposible estar en todos los saraos) queda apalancado en los surcos del olvido. Quizá se decidirá a recuperarlo en futuras citas…
Vídeo oficial de Teenage Dream, por KatyPerryVEVO