Joseph Mitchell, NY so true
El legendario periodista y escritor de The New Yorker regresa a la actualidad literaria de la mano de Anagrama, con la reedición en español de "El fondo del puerto": una magistral recopilación de seis reportajes, que el ya fallecido autor de Carolina del Norte publicó en The New Yorker entre las décadas de los cuarenta y cincuenta del pasado siglo XX.
Joseph Mitchell era un periodista de los de antes, de los que se sentaban ante la máquina de escribir con esencias de paletas aglutinadoras, únicamente esmaltadas por los testimonios y las intuiciones que le provocaban sus paseos por las arterias que surcan la urbe de la Estatua de la Libertad. Unos relatos protagonizados habitualmente por vástagos desencantados, que claman llantos silenciosos ante un padre/nación incapaz de materializar los sueños irrealizables e ilusorios que este publicita constantemente.
El periodismo de Mitchell creció al ritmo de los sinsabores y los aromas de una ciudad poblada por fantasmas con caretas humanas, los cuales intentaban ocultar su desánimo con la actividad frenética que provocan las grandes metrópolis. Una amargura que presidió las crónicas y reportajes de este escritor de falsa inmediatez y mirada pertinente, quien buscó denodadamente el pulso neoyorquino en cada calle y avenida, en los surcos oscuros del río Hudson y en las comisuras babélicas del East River. Un trabajo con alma de mosaico interminable y cuerpo de viajero expresivo, en el que subyace el poder inapelable de una prosa más beat que dickensiana, más paisajista que informativa, más psicoanalítica que barroca.
Dentro de la producción impresa del responsable de El secreto de Joe Gould, El fondo del puerto (Anagrama) supone una excelente muestra para valorar la importancia existencialista de los textos del creador estadounidense, quien transformó la realidad en un caleidoscopio de perspectivas cambiantes e inspiradas, carentes de la brevedad temporal que atenaza a sus colegas su profesión, y con naturaleza de eternidades ramificadas y universales.
Poco antes de que Tom Wolfe y Truman Capote apadrinaran el periodismo literario en USA, Mitchell descubrió a los profesionales de la información que el costumbrismo sincero podía ahuecar el lenguaje de los artículos, los reportajes, las crónicas y las entrevistas; y aposentar sus herramientas en los territorios colindantes de la literatura, sin por ello perder un ápice de veracidad. Fórmula que el nacido en Carolina del Norte vistió con los ropajes de la curiosidad: arma necesaria para alguien que anhelaba narrar cómo se moldeaba diariamente el esqueleto palpitante de la “ciudad que nunca duerme“: enclave ilustrado por un conjunto de seres anónimos de carne hueso, con rasgos difuminados por la rutina y la esperanza.
JOSEPH MITCHELL DIO LA CLAVES PARA LA APARICIÓN DEL “NUEVO PERIODISMO”
El fondo del puerto es un libro compuesto por seis relatos o reportajes elaborados por Joseph Mitchell, todos ellos editados en The New Yorker.
El volumen arranca con los acordes crepusculares de En el viejo hotel, editado bajo el título de The Cave, el 28 de junio de 1952. Este primer capítulo deja una clara muestra del itinerario emotivo que pretende evocar el autor, a quien los accesos de muerte le atormentan en sus noches insomnes, y le animan a descubrir el ritmo a medio gas de una urbe que se despierta en las zonas portuarias. Unos lugares ocultos a los ojos de los turistas, donde las madrugadas lanzan dardos de ilusiones ahogadas en el barro de las lonjas, los mercados y los almacenes.
El fondo del puerto (6 de enero de 1951) es la segunda parada de tan singular guía; a la que siguen Treinta y dos ratas de Casa-blanca (29 de abril de 1944), La tumba del señor Hunter (22 de septiembre de 1956), Patrón de arrastre (4 y 11 de enero de 1947) y Los ribereños (4 de abril de 1959)… Una colección de relatos profundos y singularmente artísticos, en los que el denominador común lo compone las aguas de Nueva York; elemento acuoso que alberga lugares tan espectrales como las desaparecidas instalaciones dedicadas al cultivo de ostras cercanas a Long Beach, y las sepulturas concentradas en el camposanto de Staten Island.
Los diferentes reportajes de Mitchell transpiran elegancia verbal y misterio, para conectar con el lector a través de las tenues pinceladas de sus palabras precisas e inspiradoras. Un juego de descripciones y diálogos en el que entretejen sus hilos la realidad y el sueño, las apreciaciones brillantes y los deseos confesados por personajes intrigantes e icónicos, pese a su normalidad efectiva.
El periodismo que practicaba el autor de El secreto de Joe Gould prefiere sugerir más que adoctrinar, captar la atención con el acercamiento a la vida cotidiana más que vender su imparcialidad al capital empresarial y a la ideología política. Un verdadero hándicap a reivindicar; sobre todo en unos tiempos como los actuales, en los que se premia la información de trincheras y la vehemencia discursiva.
Nota: La reedición de El fondo del puerto cuenta con el prólogo de la escritora belga, estadounidense de adopción, Lucy Sante.
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