Jonathan Pryce es Francisco
El conocido actor de "Juego de tronos" se pasea por El Vaticano como el alter ego del Papa Francisco, en el filme "The Pope".
Jonathan Pryce ha vestido más de una vez los ropajes de personajes religiosos, a lo largo de sus más de cuatro décadas en los escenarios teatrales, en los sets de rodaje y en los platós televisivos.
El intérprete británico de Piratas del Caribe es de los que suelen exprimir el jugo de cada uno de los papeles que caen entre sus manos, sin escatimar recursos dramáticos para sacar hasta lo más escondido de los diálogos y las situaciones en las que ve implicado el rol al que tiene que defender.
Después de ser Don Quijote, a las órdenes de Terry Gilliam (El hombre que mató a Don Quijote, 2018); la estrella galesa ha aceptado acomodar su esbelta y delgada figura a los pliegues de los hábitos blancos, los mismos que luce el máximo representante de la Iglesia Católica: el Papa Francisco.
The Pope es el título de la producción cinematográfica en la que el natural de Holywell se mete en la piel de Jorge Mario Bergoglio. Un filme que dirige el brasileño Fernando Meirelles (El jardinero fiel), y que pone en escena el imaginativo guion firmado por el veterano Anthony McCarten (El instante más oscuro).
Otro actor galés, Anthony Hopkins, comparte con Pryce el honor de liderar el elenco artístico, dentro de esta ambiciosa obra financiada por Netflix. Un duelo con las espadas dramáticas en alto, en el que el célebre Hannibal Lecter da vida al Papa emérito: Benedicto XVI.
JONATHAN PRYCE SALUDA DESDE EL BALCÓN DEL VATICANO
Un número elevado de técnicos y extras se agolpa en las calles de la Ciudad Eterna, mientras los turistas sacan brillo a sus cámaras de fotos, para inmortalizar un momento con Hopkins y Pryce (ambos vestidos con los ropajes del Sumo Pontífice). Sin embargo, las medidas de seguridad desalientan a más de uno; a la hora de conseguir el preciado obsequio de un selfie en condiciones.
Una vez superado el fenómeno fan, y tras comprobar los efectos del maquillaje y la peluquería, muy pocos podrían distinguir a Jonathan Pryce del enérgico Papa Francisco; o a Anthony Hopkins del pensativo y algo tímido Joseph Aloisius Ratzinger. Hecho que tampoco reduce la obsesión por inmortalizar el ansiado selfie (bien porque el fotógrafo improvisado piense que se trata de las estrellas cinematográficas, o porque crea que son de verdad los personajes a los que representan).
Esas sensaciones son precisamente las que busca concitar Fernando Meirelles. Y, a tenor del depurado aspecto de ambos, parece que lo ha logrado.
Tal similitud en los rasgos era un elemento esencial para el cineasta de Sao Paulo. Todo para narrar con precisión y verosimilitud el argumento de The Pope , que sigue con precisión la relación de amistad mantenida entre Ratzinger y Bergoglio: potenciada cuando el primero dejó el papado, que recayó al poco tiempo en el segundo de ellos.
Los caracteres diametralmente opuestos de Benedicto XVI y de Francisco I forman el cuerpo discursivo de la movie, como si fuera una especie de seminario breve sobre cuáles son las visiones posibles para preservar el futuro de la Iglesia Católica y de sus instituciones.
Este acercamiento a la figura del hombre que comanda el Vaticano en el presente tiene un reciente antecedente en el filme Francisco: El padre Jorge (Beda Docampo Feijóo, 2015), donde Mario Grandinetti ofreció un retrato del Sumo Pontífice algo mediado por un excesivo cuidado en no salirse los cauces oficiales.
Un camino políticamente correcto que el responsable de Ciudad de Dios puede alterar convenientemente; algo que deja claro con el interesante planteamiento de The Pope, alimentado a través de la sana confrontación protagonizada por Ratzinger y Bergoglio.
Cabe preguntarse si, en las conversaciones imaginadas entre los dos portadores de las sandalias del pescador, habrá espacio para que ambos debatan sobre el asunto de los abusos de menores, ocultados en su mayoría bajo el manto silencioso de las jerarquías de la curia eclesiástica.
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