Johnny Depp aúlla cuentos a la luna llena de los bosques
Los hermanos Grimm están de moda en el siglo XXI; aunque, si se piensa detenidamente, estos narradores centroeuropeos nunca han sido carne de olvido ni polvo de biblioteca. El particular estilo con el que abordaron las historias más fantásticas (todas ellas sustraídas e interpretadas del acerbo cultural más enraizado) marcó una escuela imposible de igualar. Tan es así que, incluso en la actual centuria de los ordenadores y las redes sociales, los relatos de Jacob y Wilhelm siguen causando admiración; e inspirando las obras más diversas. Dentro de ese río de fans alumbrados por la varita de los autores decimonónicos, el dramaturgo estadounidense James Lapine se ha convertido en uno de los creadores que mejor ha sabido canalizar las enseñanzas de la pareja de teutones. Y fruto de ello nació el libreto de Into The Woods.
Pensado en primera instancia para ser representado en los teatros del planeta (donde cosechó el beneplácito de la crítica y el público), el mencionado texto fue estrenado en el coliseo estadounidense del Old Globe Theatre, en 1986; arropado por la música de Stephen Sondheim (responsable igualmente de las melodías de Sweeney Todd y Dick Tracy). De ahí viajó al resto del mundo, donde exhibió su capacidad para mostrar la faz más humorística y vivaz de los personajes regados con la tinta de los Grimm. Un itinerario de aplausos y aclamaciones, que pronto estrenará su versión cinematográfica (acontecimiento previsto en Estados Unidos para las Navidades de 2014, apadrinado por Walt Disney Pictures) de la mano del director Rob Marshall (Chicago).
De cuento a cuento, y tiro porque me toca
Encerrado en los Shepperton Studios de Surrey (situados en Inglaterra), el nutrido equipo comandado por el realizador de Nine lleva desde hace meses dando forma a un guion cargado de elementos mágicos, donde los encantamientos están a la vuelta de cada escena; y en el que comparecen de Cenicienta a Caperucita Roja, de Rapunzel a Jack (el de las habichuelas).
Los deseos sin cumplir (lástima que no aparezca Pinocho y el hada azul, pero Collodi no tocaba) son los motores que activan tan excéntrico argumento. En concreto, se trata de los sueños de cuatro de los papeles principales: Cenicienta (con su obsesión por acudir al baile del Rey); Jack (un joven campesino, que ansía conseguir extraer leche de su vaca); y el panadero y su esposa, los cuales parten en busca de una bruja que les ayude a tener un hijo. Este es el cuadrilátero humano en el que se desarrolla la pieza, siempre entendida desde la perspectiva cómica, y con brillantes números musicales como acompañamiento del discurso visual.
A través de estas aristas, Lapine construye un libreto que bien podría identificarse como un familiar en clave bufa de El sueño de una noche de verano, de William Shakespeare; aunque, a partir de las primeras imágenes, el espectador tiene la constancia absoluta de que se halla dentro de un universo afectivo y reconocible, con el que se han configurado las noches de millones de niños durante varias centurias.
Por lo menos, Rob Marshall parece haberlo entendido de esa manera. De ahí que el veterano cineasta empeñara su trabajo -desde el claquetazo inicial- en sorprender a la audiencia con la planificación de un imaginativo fresco, dentro del que la realidad pierde peso. Y en el que la volatilidad intangible de la niñez adquiere la presencia de una bola de nieve, moldeada con gigantes contestones, lobos seductores, abuelitas regañonas, y magas con velas negras. Un paisaje en el que se dan cita rostros tan famosos como los de Johnny Depp (el alter ego de Jack Sparrow se mete en el disfraz de licántropo para repetir con Marshall, tras su experiencia en común con Piratas del Caribe. En mareas misteriosas), Anna Kendrick (Cenicienta), Chris Pine (Príncipe de Cenicienta), Emily Blunt (La esposa del panadero), Meryl Streep (La bruja del bosque), Tracey Ullman (Madre de Jack), Frances de la Tour (El gigante), Daniel Huttlestone (Jack), Mackenzie Mauzy (Rapunzel) y James Corder (El panadero), entre otros.
Si al alcanzar el final abierto de este artículo, usted sigue teniendo dudas de que los cuentos tradicionales están de moda: lo único que le queda es pasar por la librería más cercana, y adquirir cualquier ejemplar firmado por Philip Pulman. Tras la lectura de los relatos del autor inglés, se dará cuenta de que Jacob y Wilhelm siguen siendo muy rentables a todos los niveles…
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