0
0
La filmografía que atesora el autor de Secretos y mentiras es de las que están esgrimidas con fotogramas cuyo aroma rezuma a experiencia teatral. Los cortocircuitos emocionales que suelen presentar sus intensos personajes ajustan cuentas, frente al objetivo de las cámaras, con similar naturalidad y realismo al que exhibirían delante del público, pronunciados sobre la tarima de un escenario de cartón-piedra, madera y serrín. Por eso, no es de extrañar que el premiado realizador haya tomado la decisión de regresar a la cartelera en su versión en vivo y en directo; acto que le puede hacer recuperar la fuerza de la inmediatez, de las sensaciones alteradas únicamente por el contacto sin red entre los intérpretes y los espectadores.
El Cottesloe Theatre (perteneciente a la red de templos de la actuación que el National Theatre acredita en la capital de Gran Bretaña) alojará desde el próximo 14 de septiembre el montaje de este nuevo proyecto aún no bautizado de Mike Leigh (Salford, Manchester, Inglaterra, 1943); en el que el creador de El secreto de Vera Drake expondrá la conflictividad de la sociedad de su país, a base de declaraciones sorprendentes y revelaciones nunca exentas de carnalidad, ni de reconocible humanismo (con sus vicios y virtudes, sus aciertos y errores).
La sala más pequeña de la institución londinense, auspiciada bajo el paraguas financiero del desaparecido Lord Cottesloe, calienta motores en la canícula violenta que le ha tocado vivir a la metrópoli del Támesis, aprovechando su apariencia de oscuridad decorativa; a la vez de la flexibilidad y sintonía, que sin duda el cineasta británico usará para concitar una especial unión entre el elenco dramático y un aforo que -en cada representación- no podrá superar las trescientas almas.
Después de que Leigh triunfara en el NT con la escenificación de Two Thousand Years (2005), el premiado artista de los fotogramas y los libretos escritos no había pisado nuevamente las instalaciones del prestigioso lugar de frases declamadas y montajes furibundos, siempre en pos de la excelencia de bardos y narradores de emocionantes armas orales disparadas con la necesaria puntería.
Un equipo conformado por antiguos conocidos del responsable de Happy, una historia sobre la felicidad arropa al nacido en Manchester en este trabajo, que le congracia con sus admiradores sin la frialdad de una pantalla de proyección de por medio. Marion Bailey (El secreto de Vera Drake), la joven y casi debutante Ruby Bentall (Robin Hood), Dorothy Duffy (Las hermanas de La Magdalena), el veterano Sam Kelly (protagonista del famoso serial Allo, Allo!), Lesley Manville (Secretos y mentiras), Wendy Nottingham (Topsy-Turvy) y David Horovitch son los componentes del reparto encargado de dotar de físico y actividad a los personajes de la obra. Mientras que la diseñadora Alison Chitty y el fogueado músico Gary Yershom son algunos de los miembros técnicos que aportarán solvencia efectiva, a este argumento firmado por uno de los nombres más relevantes de la cinematografía europea de las últimas décadas (el propio Leigh).
Cinco nominaciones a los Oscar de Hollywood como guionista (por Another Year, Happy, El secreto de Vera Drake, Topsy-Turvy y Secretos y mentiras) y dos en el apartado de la dirección (por El secreto de Vera Drake y Secretos y mentiras) -además de cuantiosos galardones y menciones en festivales como el de Cannes- contemplan la excelente trayectoria de este señor con barba y mirada huidiza, que recibe con una aparente timidez y modestia cada uno de los homenajes de los que es objeto.
Pero no solamente el séptimo arte es el medio que se ha visto favorecido por el genio y talento de Leigh: el teatro también ha sabido aprovechar su fantasía en reconocidas representaciones. Abigail’s Party (Hampstead Theatre, 1977); Goose-Pimples (Hamstead Theatre, 1981); It’s a Great Big Shame! (Theatre Royal Strattford East, 1993) y Ecstasy (1979) son algunos de sus créditos más sobresalientes del inglés en la escena de Reino Unido.
En espera de que el excelente realizador y guionista comience a pergeñar una filmación en formato de celuloide, el Cottesloe Theatre se erige como un inmejorable vehículo para disfrutar con la capacidad analítica y sensible de este hombre de sesenta y ocho años, que posee un innegable savoir faire para comprender a los individuos del fenecido siglo XX y del neurótico y confuso XXI.
Más información, entradas y horarios en http://www.nationaltheatre.org.uk
