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Una de las quejas más habituales con respecto al sistema legal de cualquier nación o país es su lentitud. Demasiados intermediarios y papeleos obstaculizan el camino, normalmente intrincado, que separa la detención de un individuo de la sentencia relativa a su infracción. Por el momento, no se conoce solución alguna que mejore la agilidad burocrática; pero el universo de las viñetas no tiene necesariamente que acogerse a las limitaciones de la realidad. De esta manera, el guionista John Wagner y el dibujante Carlos Ezquerra imaginaron una sociedad futura con carne de papel y líneas, en la que los policías ejercían también como jueces. Sin embargo, pese a tratarse de una ensoñación, este atajo -aparentemente aceptable como forma de evitar un poco el caos administrativo- no sale precisamente bien en la mayoría de las aventuras diseñadas a golpe de pluma y rotulador por la mencionada pareja. No obstante, el invento fue un éxito desde su aparición; y así es como el fantasioso dueto pergeñó El juez Dredd, cuya hazaña inicial salió en el número 2 de la revista británica 2000 AD, hecho acaecido en 1977. Desde entonces, los tebeos se han convertido en referentes de aficionados y amantes del arte gráfico; motivos más que suficientes para que, en este 2012, el director Pete Travis (En el punto de mira) haya efectuado la segunda adaptación cinematográfica de tan atrayente fresco analítico.
Como se ha apuntado en el párrafo anterior, la cinta -que llegará a las salas supuestamente en el próximo mes de septiembre- no es la única versión que existe de su precedente impreso; ya que en 1995 Danny Cannon grabó una activa película en la que reflexionaba sobre los problemas del legendario personaje nominado como Joseph Dredd. Aunque, por las críticas vertidas en su momento, la producción no fue recibida con aplausos, sino todo lo contrario. Su protagonista Sylvester Stallone se enfrentó a airados comentarios por parte de los especialistas, respecto a una interpretación demasiado granítica, sin casi claroscuros y monolítica. Sin embargo, la movie también contó con algunos defensores, que se gastaron su dinero en una taquilla nada despreciable en cuanto a resultados crematísticos.
Los diecisiete años transcurridos han hecho que el realizador europeo de la impactante Omagh haya tenido tiempo más que suficiente para intentar no cometer los mismos errores del largometraje de los noventa, y para ello ha elaborado una planificación de la trama más acorde con la temática de las imaginativas tiras. En concreto, el guion de Dredd pivota sobre el seguimiento de una potente y peligrosa droga, conocida como SLO-MO. En el tránsito de la investigación se bate el cobre el héroe con casco en vez de toga, quien deberá preservarse de poderosos enemigos, que pueden hacerle parecer culpable de delitos que ni siquiera ha cometido.
Travis preserva el escenario apocalíptico, de grandes corporaciones encerradas en Megaciudades, donde los agentes gubernamentales ejercen su autoridad, sin preguntar la opinión de ningún cortafuegos capaz de controlar los excesos. Unos gigantescos platós recreados en Ciudad del Cabo (Sudáfrica) han servido para dotar de espectacularidad paisajística al filme. Pero no solamente desde el punto de vista de los efectos visuales y del terreno técnico se nutre la obra del solvente realizador, ya que su trabajo en la elaboración del casting también ha sido más que notable. En esas lides, el cineasta sabía que iba a ser dificultoso hacer desaparecer de la memoria del público la imagen del mediático Stallone repartiendo estopa; por lo que ha optado por dar el papel principal a un actor más convincente que famoso. Y el premio le ha caído en las manos al neozelandés Karl Urban, intérprete musculoso que, desde su colaboración en Red y El guía del desfiladero, está llamado a ser uno de los nuevos rostros del cine de acción del tercer milenio. A su lado, las bellas Lena Heady (Las crónicas de Sarah Connor) y Olivia Thirlby integran un elenco de escaso tirón estelar, pero de peculiar maleabilidad ante la cámara.
No obstante, si se recuerda el precedente de Cannon por el lado dramático, tampoco se le puede achacar poco ojo en la elección de sus players. Junto al ya mencionado Stallone, Armand Asante, Rob Schneider, Diane Lane, Joan Chen y Max von Sydow participaron en esa aventura en formato de celuloide inspirada en el cómic de Wagner y Ezquerra.
Equilibrio y mayor contención son los elementos por los que apuesta Pete Travis: una visión que rememora las gestas de títulos como Robocop, aunque en esos vértices de las epopeyas galácticas en ocasiones viene bien un poco de desparrame filosófico. En septiembre, si se mantienen las fechas previstas en cuanto al estreno, los espectadores tendrán la última palabra sobre sus preferencias respecto a las dos versiones. Ellos son los que mandan, los auténticamente importantes en vehículos como Dredd, montados con la sana intención de entretener.
