Die Soldaten, la ópera imposible de Zimmermann llega al Teatro Real de Madrid
El coliseo capitalino estrena la primera versión de la única ópera del compositor Bernd Alois Zimmermann: un complejo libreto con tiempo esférico.
Die Soldaten siempre ha llevado colgada de sus partituras la complejidad de los montajes titánicos.
Desde su concepción a finales de los cincuenta, y hasta sus primeras representaciones en 1965, la única ópera estrenada por el compositor teutón Bernd Alois Zimmermann se ha erigido a lo largo de las décadas como uno de los ejemplos más señeros de creación psicológica, rebelde contra las normas tradicionales del espacio y el tiempo.
Los cuatro actos de los que consta el libreto original (traslación libre y vaporosa de la obra homónima firmada por el poeta Jakov Michael Reinhold Lenz) son como un rompecabezas de momentos trascendentales e íntimos, en los que la gran comedia humana sube al descompuesto decorado con el protagonismo militante de los héroes derrotados.
El primer montaje de Die Soldaten, que comparecerá en el Teatro Real de Madrid del 16 de mayo al 6 de junio, fue descartado en su momento por la Operahaus de Colonia por excesivo y neurótico. Una maldición de categoría técnica y artística que el coliseo del bel canto de la Villa y Corte intentará reproducir con toda su variedad de matices y cambios milimétricos, tal cual lo concibió Bernd Alois Zimmermann en la soledad somnolienta de su estudio.
Calixto Bieito es el encargado de solventar los problemáticos accesos dramáticos de esta obra coral, en la que los ecos tenebristas quedan expuestos al compás de la degradación progresiva de los personajes que aparecen en la trama.
Un conjunto de fantasmas con carne difuminada, que sucumben a la orgiástica desmembración de la realidad que muestran al espectador.
DIE SOLDATEN CONVIERTE EL REAL EN UN LABORATORIO DE PSICOANÁLISIS
Los obstáculos consustanciales a la obra de Bernd Alois Zimmermann pueden recordar vagamente a las jornadas de discusiones eternas mantenidas por Richard Wagner y Luis II de Baviera. En ese caso, las tensiones venían dadas por la excesiva grandiosidad que el compositor alemán quería imponer al estreno de Tanhäuser: un esfuerzo monetario de altura considerable, que el reinado de Ludwig no podía permitirse.
Por fortuna, Die Soldaten no requiere de inversiones millonarias para su puesta en escena; pero lo que sí necesita es abrirse camino en el sendero de las concreciones, solo para dar con la fórmula adecuada a la hora de montar su universo disociado y poliédrico.
Una dificultad que Bieito procura soslayar con la efectiva coordinación entre el equipo técnico y artístico, para dotar de cierta unidad al enérgico material que describe el arco dramático de esta intensa ópera.
En medio de la descrita selva de emociones cantadas y orquestadas, Marie (la joven con la que empieza la historia) sigue penando por las heridas del amor, tal cual lo hacía en los primeros borradores de Zimmermann; el comerciante Wesener sufre las mismas angustias por salvar a su hija de las acciones perversas de los soldados; y el oficial Desportes continúa agujereando las esperanzas sentimentales de las doncellas que caen en sus redes.
Todos ellos, más los demás figurines que alimentan el libreto primigenio de Die Soldaten, saludan a la desgracia arropados por los oropeles el Teatro Real, cuyos responsables han ideado un impactante montaje de naturaleza urbanística, y que en algunos momentos puede recordar a las pinturas negras de Goya.
Un mecano de notas aceradas y envolventes que dirige, en la parte musical, Pablo Heras-Casado (a quien sustituirá Michael Zlabinger, el 19 de mayo); al frente de una centena de instrumentos dispuestos a elevar el lamento sinfónico soñado por Bernd Alois Zimmermann.
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