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David Cronenberg ha elaborado con tesón una filmografía nutrida por experimentos desconcertantes e imaginativos, en la que suele exponer con elocuencia psicodélica los límites del comportamiento humano.
Incluso en sus películas supuestamente más sujetas a las escenificaciones convencionales (tales como Madame Butterfly, Promesas del Este y Un método peligroso), el creador nacido en Toronto es capaz de ir más allá de las apariencias estilísticas, y adentrar al espectador en universos desquiciantes, de naturaleza extraña y neurótica.
El actual proyecto cinematográfico de David Cronenberg llega nueve años después de su último estreno (la irregular adaptación de Cosmópolis, según la novela de Don DeLillo). Un trabajo que lleva por título Crimes of the Future: obra que presenta el mismo título que la polémica cinta de Cronenberg elaborada en 1970, aunque el director norteamericano ha dejado claro que no se trata de un remake, sino de un argumento diferente y totalmente inédito.
Los escenarios épicos de Grecia (ahora, lamentablemente, cercenados por salvajes y trágicos incendios) le sirven al responsable de Crash, para montar un asfixiante cuento de incitación científica y tecnológica, con alteraciones biológicas en el ADN de los personajes, y misterios relacionados con la base de lo que hace a los hombres y mujeres ser ellos mismos. Unas tesis que pueden remitir de manera ligera a los planteamientos de Blade Runner, y eso a pesar de que el punto de vista de DC sugiera el desarrollo de un cosmos más surrealista y aterrador que el orquestado por Ridley Scott y sus replicantes.
Como en su época más laureada, el creador de Toronto se ha encargado de redactar con pasión el guion de Crimes of the Future, a partir de un relato inventado por él mismo. Una trama que implica cuestiones fundamentales de la responsabilidad en el universo biomédico, donde las fronteras entre lo artificial y lo humano se borran de manera alarmante, para dar como resultado una realidad desconocida y peligrosa.
DAVID CRONENBERG SE REFUGIA EN LA CIENCIA FICCIÓN
Los ocho años sin noticias artísticas de David Cronenberg han demostrado que el cine necesita el talento inclasificable de un autor tan singular e inspirado. Los escenarios de fotogramas, construidos a lo largo de su extenso currículo audiovisual, revelan la implicación del canadiense con su idea de hacer algo distinguible en el séptimo arte, sin importar la racionalidad del discurso que alimenta sus inolvidables obras, normalmente narradas a través de lenguajes sorpresivos y estimulantes.
No en vano, el creador norteamericano fue el único que se atrevió a adaptar el rompecabezas literario diseñado por William Burroughs, bajo el título de El almuerzo desnudo. La visión de Cronenberg de semejante pesadilla -fantasiosa y pletórica en asociaciones macabras-exhibió el carácter incontrolable del que DC ha hecho gala a lo largo de su carrera de más de cinco décadas.
Viggo Mortensen (actor con el que Cronenberg ha colaborado en Una historia de violencia, Promesas del Este y Un método peligroso) lidera el elenco interpretativo de Crimes of the Future.
El neoyorquino se mete de lleno en las pesadillas ideadas por el genial creador de Videodrome. Un viaje a los infiernos de la psicodelia fría y alienante, propia de la inspirada mente del responsable de Cromosoma 3; donde comparte créditos con Kristen Stewart (Crepúsculo), Léa Seydoux (Spectre) y Scott Speedman (Underworld), entre otros.
