Ciudad + cámara = performance real
La sede madrileña de Caixafórum accede a la nueva normalidad con la exposición "Cámara y ciudad": un amplio recorrido a base de imágenes y documentos, sobre cómo las urbes han inspirado a fotógrafos y cineastas a lo largo de los siglos XX y XXI.
Ciudad y cámara, cámara y ciudad; semejante binomio ha generado una indisoluble pareja creativa de singular potencia, a lo largo de las décadas.
Las calles de las urbes más conocidas del planeta, con las personas que dejan su rastro invisible a través de miradas y experiencias silenciadas en el tiempo, se han convertido en escenarios de desdichas en blanco y negro, revoluciones sudorosas, peleas carmesíes, fiestas abotargadas, muerte en el asfalto, y euforias con grietas en las ánimas.
Más allá de las fachadas y los monumentos, las ciudades palpitan con las desilusiones y esperanzas de sus habitantes. De manera similar al Barroco en la pintura, con su escenificación de los desheredados de la opulencia; los fotógrafos y cineastas han captado el universo oculto tras los adoquines y los sobrios edificios institucionales. De esta manera, a través de los trabajos de genios de la narración audiovisual como Feredico Fellini fue posible comprender, por ejemplo, cómo crepitaba Roma contra su imagen poética, para bajar a las realidades del lumpen y la banalidad del famoseo, en La dolce vita; o acceder a la asfixia de la Alemania de entreguerras, retratada por el objetivo escrutador por Walter Ruttmann, en Berlín, sinfonía de una ciudad.
Unas mirillas hacia las intimidades lacerantes en formato de celuloide, que la fotografía callejera igualmente ha vestido con las telas del desencanto y de las hipnosis emulsionadas en cuartos oscuros. Escaparate de herencia posiblemente impresionista (casi fauvista, si se aplica el principio de la deconstrucción de elementos plásticos), que inmortalizaron artistas como Man Ray, Joan Colom, Robert Doisneau, o el nocturno Brassaï.
Doscientas cuarenta y cuatro obras de ochenta artistas, todos ellos pertenecientes a geografías diversas y estilos divergentes, componen el admirable espacio ideado por Florian Ebner; el cual divide el decorado de Caixafórum en diez partes emparentadas que adjetivan el sustantivo de ciudad, y que concluyen con la llegada de la urbe virtual (una localización binaria que expande el tema de la irrealidad inmanente, tan importante en el coto de las artes plásticas).
CIUDAD CAMBIANTE
Procedente de las extensas colecciones fotográficas y cinematográficas del Centre Pompidou en París, Cámara y ciudad llega a Madrid con el subtítulo de La vida urbana en la fotografía y el cine. Un epígrafe demasiado ambicioso e inabarcable en su totalidad y ramificaciones colindantes, como para poder concentrarse en una o varias salas de exhibición, por amplias que estas sean.
Semejante problema lo ha solventado Ebner con la propuesta de un diálogo constante entre los artistas escogidos, para mostrar su percepción de las ciudades desde el aspecto de lo singular; y que contienen testimonios con pasaporte europeo, norteamericano, eslavo y asiático. Conjunto de tesis elocuentes y determinantes, que generan un compendio de emociones y sensaciones, destinadas a aligerar el peso del argumento principal.
Esa idea, consistente en establecer una línea cronológica más liviana y explícita sobre el desarrollo de las ciudades a lo largo del siglo XX y lo que llevamos quemado del XXI, es la que da sentido a los trabajos colgados; los cuales hablan de desprotección, crecimiento, manifestaciones, bombardeos, hambrunas y soledades imparables.
Uno de los elementos que Caixafórum ha primado en la cita madrileña, a la hora de recrear la relación entre las urbes y las cuitas de las personas que dotan de vida a las mismas, ha consistido en incluir a varios fotógrafos españoles en el itinerario, quienes supieron contar la intrahistoria y la idiosincrasia de sitios tan emblemáticos como Barcelona y la Villa y Corte, siempre acompañados de sus imaginativas cámaras.
Mediante las imágenes de Català-Roca, Carlos Pérez de Rozas y Sáenz de Tejada o Pilar Aymerich, los espectadores encuentran veracidad y empatía hacia el interminable mosaico que las ciudades han diseñado lustro tras lustro, eternamente acomodadas sobre el privilegiado parapeto de la insoportable levedad del ser.
Nota: Cámara y ciudad tiene prevista su inauguración para el próximo 8 de julio, en el edificio madrileño de Caixafórum.
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