Cazafantasmas. Así es cómo se denominó desde 1984 el simpático cuarteto de luchadores contra los espectros neoyorquinos compuesto por el pasota Dr, Peter Verkman (Bill Murray), el sesudo Dr, Raymond Stanz (Dan Aykroyd), el ingenioso Dr. Egon Spengler (Harold Ramis) y el esforzado Winston Zeddemore (Ernie Hudson).
El guion original de esta celebrada película (que alcanzó la fama subida a lomos del rítmico tema musical de Ray Parker Jr.) surgió la colaboración entre Aykroyd y Ramis; libreto que el eslovaco Ivan Reitman (Decisión final) convirtió en uno de los taquillazos cinematográficos desde su estreno. Tal fue el éxito de la cinta, que el mismo equipo repitió en 1989, con una secuela que generó menor expectación que su precedente, aunque no obtuvo malos beneficios tras su paso por las salas.
Desde entonces, los admirados ghostbusters colgaron sus instrumentos de aspersión de espíritus burlones; hasta ahora, y después de un fallido reboot orquestado en 2016, con las excesivas y gesticulantes Melissa McCarthy, Kristen Wiig, Leslie Jones y Kate McKinnon, en sustitución de Murray, Aykroyd, Ramis y Hudson. Aunque es preciso aclarar que la elaboración de la mencionada movie, realizada con escaso ímpetu por Paul Feig, fue en realidad un remedio de urgencia, provocado por la negativa de Bill Murray a protagonizar un pactado regreso. Un “no, gracias” motivado por el entonces reciente fallecimiento de su compañero Harold Ramis, ocurrido en 2014.
El tiempo parece haber curado un poco las heridas del flemático intérprete de Lost in Translation; quien al fin ha aceptado la propuesta de volver a meterse en los huesos del sarcástico Dr. Peter Verkman, en Ghostbusters: Afterlife.
El canadiense Jason Reitman (hijo de Ivan Reitman, quien tiene un currículo de brillantes títulos, como Up in the Air, Juno y Una vida en tres días) es el principal responsable de este ejercicio de nostalgia cinéfila, en el que -junto a Murray, Aykroyd y Hudson– participan Sigourney Weaver (Alien) y Annie Potts (El joven Sheldon), dentro del cuerpo de los mismos personajes que encarnaron en las dos películas de la década de los ochenta.
CAZAFANTASMAS DISPUESTOS A ASALTAR LAS CARTELERAS
Pese a la apabullante sencillez de la historia que alumbró el fenómeno mediático de ghostbusters, esta comedia con tintes sobrenaturales se ha convertido con el transcurso de los lustros en un clásico popular de naturaleza contagiosa. ¿Quién no es capaz de poner imagen al archiconocido cartel de promoción, o al vehículo que conducían los protagonistas del filme?
Precisamente, ese sentimiento de viaje al pasado está muy presente en la idea central de Cazafantasmas: Más Allá; y con ella juegan el cineasta Jason Reitman y el guionista Gil Kenan (Monster House), a la hora de hilvanar cada una de las secuencias que alimentan este trabajo de índole casi familiar.
La trama comienza con el desahucio de una madre soltera y sus dos hijos. Sin más posibilidades a la vista, el clan se encamina a la propiedad heredada del abuelo de los pequeños: una granja situada en Summerville, Oklahoma. El inicio de la nueva existencia de Collie (Carrie Coon), Trevor (Finn Wolfhard) y Phoebe (McKenna Grace) coincide con la sucesión de unos extraños terremotos en el lugar. Un asunto de apariencia poltergeist, que requiere de la presencia de los legendarios ghostbusters.
Los jóvenes Finn Wolfhard (el singular Mike Wheeler, de Stranger Things) y McKenna Grace (Yo, Tonya) ponen el ingrediente adolescente e infantil, a un cuadro dramático en el que el foco de atracción se lo llevan las estrellas que pasan de los sesenta tacos; cuyas actuaciones reviven un pasado perfumado con aroma a palomitas saladas, y acompañado de sesiones dobles y peinados lacados hasta las raíces.
Nota: Cazafantasmas: Más Allá tiene previsto su estreno en España para el próximo 21 de agosto de 2020.
Tráiler oficial de Ghostbusters: Afterlife, por Sony Pictures Entertainment