Carmen Maura y la homofobia
La conocida actriz de "Mujeres al borde un ataque de nervios" triunfa en el madrileño Teatro Infanta Isabel, con la obra "La golondrina".
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Carmen Maura consume las últimas semanas que La golondrina estará en el interior del Teatro Infanta Isabel, con la emoción que transmite su evolutivo y desconcertante personaje en la obra: una severa profesora de canto, que descubre facetas desconocidas en sí misma, a través de un alumno casual y misterioso.
La actriz madrileña llevaba cuatro años sin frecuentar los escenarios capitalinos; pero no dudó ni un instante, para ponerse al frente de esta pieza elaborada por el dramaturgo Gulliem Clua; la cual versa sobre un tema enquistado en la sociedad por diversas razones, y que hace de la homosexualidad un asunto a mantener oculto bajo el inquisitorial manto de la reaccionaria y dogmática moral, orquestada tras siglos de persecución a los que aman a personas de su mismo sexo.
Un escenario en forma de casa acogedora, recargada con numerosos ornamentos decorativos, despliega la trama de este relato ácido y realista; en el que se pone de manifiesto una relación tensa y escarpada, experimentada por dos seres humanos atenazados por una terrible pérdida, quienes están bastante más relacionados entre sí de lo que deja entrever la trama en sus primeros actos.
El director Josep Maria Mestres (Los otros Gondra) escenifica la obra, con el foco puesto en los cambiantes estados de ánimo de Amelia (Carmen Maura) y Ramón (Dafnis Balduz). Ellos son los que llevan en volandas a los espectadores, hasta alcanzar los abismos sentimentales que ambos intentan afrontar.
Según Guillem Clua, la inspiración para idear La golondrina se la proporcionó la terrible matanza ocurrida la discoteca Pulse, en Orlando (USA): una sala de reconocido ambiente LGTB, que fue atacada por un hombre armado el 12 de junio de 2016, causando cincuenta muertos entre los asistentes al local en esa fatídica noche.
CARMEN MAURA SE AGARRA A LAS CONTRADICCIONES DE SU PERSONAJE
Dos caracteres contrapuestos (el de una mujer entrada en años, que es incapaz de llenar muchos de sus vacíos existenciales, y el de un joven que busca respuestas a cuestiones profundas de su pasado y presente, y que anhela un poco de calor para sanar algunas de sus heridas) son los vértices dramáticos que pilotan el sosegado texto elaborado por Clua. Ese choque de posiciones mete las secuencias de La golondrina en un figurado ring de boxeo, donde los temas candentes de su fisonomía argumental caen como ganchos de fuerza incalculable.
Con una gradación del ritmo narrativo un tanto irregular aunque eficaz, la pieza -concebida como un tour de force humano- presenta un singular sentido in crescendo, en cuanto a sus intenciones; hasta desembocar en un tono confesional, que vierte su vitriolo sobre las realidades que poco a poco imantan y desvisten las palabras cruzadas entre Amelia y Ramón.
Una canción emotiva y unitaria, titulada La golondrina, es la que da sentido al relato contado a dos bandas. Esta tonada es la excusa para que Ramón se acerque a Amelia, con el pretexto de que le ayude a mejorar la manera que tiene de interpretarla, en vistas del próximo funeral de su madre.
Sin embargo, la composición lírica también tiene un significado especial para la profesora, y para los recuerdos que la asocian con Dani: la pareja fallecida del supuesto pupilo.
En las lides marcadas por Clua y Mestres, Carmen Maura y Dafnis Balduz arropan sus respectivas caracterizaciones con la elocuencia de sus discursos y frases, lanzados como estiletes audiovisuales; y que vertebran los complicados laberintos generados por los amores destruidos antes de tiempo.
Más información, entradas y horarios en
https://www.teatroinfantaisabel.es
