Blanca Portillo y Virginia Woolf
La actriz madrileña protagoniza el montaje de "Mrs. Dalloway".
Blanca Portillo es experta en quitar las máscaras vacuas a los personajes que caen en su universo dramático, y plantarlos frente al público sin antifaces sociales que escondan su verdadera fisonomía.
La actriz capitalina es capaz de abrir en canal cualquier costura apuntalada ingeniosamente en los textos más diversos, para sacar a relucir los entramados silenciados de los papeles que debe defender ante el patio de butacas, sin importar si quiera si se trata de mujeres o de hombres (su escenificación de Hamlet demostró que las cuestiones de género no son barreras insalvables en para ella).
El último personaje en completar la galería profesional de Portillo es el de Clarissa Dalloway: una dama de clase acomodada y sombrilla vaporosa, que vive con su esposo en la exclusiva zona londinense de Bond Street. Blanca se asoma a los abismos de esta supuesta lady de perfumada existencia, a lo largo de un intenso viaje que solo dura veinticuatro horas; pero que despliega un sinfín de temáticas que convierten la travesía en una odisea de trascendencia homérica.
Carme Portaceli es la responsable principal de que BP se haya topado con Mrs. Dalloway, a través de una imaginativa e inspirada adaptación de las ideas vertidas por Virginia Woolf en la citada novela, transformada para la ocasión en una aventura de declaraciones precisas y dolorosas.
La casi minimalista puesta en escena ayuda a conjugar las penas y sinsabores de Clarissa y de su círculo de amistades más cercanas; club de singulares agonías, en el que se debaten diatribas tan importantes en la literatura de la autora de Orlando como la del lesbianismo, la muerte, la rebelión social o la sensación de que el mundo avanzaba hacia lo desconocido en el desquiciante período de entreguerras (época en la que transcurre la trama).
BLANCA PORTILLO DESMAQUILLA A CLARISSA
Portaceli asume en la acción de esta revisada Mrs. Dalloway los supuestos deseos susurrados por Virginia Woolf en favor de proclamar abiertamente su bisexualidad, y que el escritor Michael Cunningham plasmó con brillantez y sutilidad en su novela Las horas. Esa asfixia de signo humano se observa en cada uno de los pasos que emprende la protagonista, la cual aborda la obra desde el posicionamiento de un día especial, en el que prepara una fiesta sorpresa para su esposo.
Clarissa Dalloway muestra con su tranquila revolución una similar necesidad por acceder a los universos prohibidos que reclamaban muchos de los personajes femeninos del dramaturgo Henrik Ibsen, los cuales paseaban su tristeza tintada por la alienación a la que les sometían los esposos y los padres: un cosmos patriarcal, que anulaba su voluntad por el simple hecho de haber nacido mujeres.
Precisamente, esa necesidad por plantear el argumento desde la óptica del feminismo ha llevado a Carme Portaceli, Michael De Cock y Anna M. Ricart a transformar el personaje del exmilitar Septimus Warren Smith en alguien llamado Angélica: una persona acostumbrada a satisfacer a los demás y a ser el “ángel de la casa”, la cual acepta el suicidio como única manera de escapar de su cárcel matrimonial.
“El suicidio de Angélica provoca en Clarissa una revelación: “La vida está en todas partes y nosotros estamos aquí. Ella ha muerto, pero nosotros seguimos vivos“”, afirma Portaceli.
Tales palabras descubren también el carácter de espejo reflectante, que construye la vida a base de fragmentos narrada en Mrs. Dalloway.
Nota.- Mrs. Dalloway estará en el Teatro Español de Madrid, del 28 de marzo al 5 de mayo de 2019.
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