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Bastille desbordan su pop eléctrico y contagioso, en el segundo álbum de estudio de su aún breve carrera: una obra compuesta por 14 cortes, que lleva el título de Wild World (Virgin Records).
El cuarteto británico regresa a la actualidad y a los escenarios, después de vender miles de discos con su primer trabajo: el emulsivo Bad Blood.
Dan Smith y sus compañeros tienen previsto actuar en España el 4 y 5 de febrero de 2017, en Madrid y Barcelona.
Las alturas, en las que los cuatro chicos ingleses de Bastille sitúan la imagen de su nuevo compacto, dan una idea de las ambiciones musicales de los chavales que rompieron el mercado de las ondas en 2013, con los pegadizos acordes de Pompeii.
A medias entre el pop multitudinario y una electrónica agradable y tenue, el grupo de revolucionario nombre ha desarrollado un repertorio digno de animar grandes concentraciones de personas. Así lo han demostrado tras actuaciones en festivales de la raigambre del de Glastonbury; y semejantes señas de ADN siguen muy presentes en cada uno de los temas que conjuntan el vaporoso curso de Wild World.
Ya desde el single de inicio de WW (el sugestivo Good Grief), una atmósfera de cálido acomodo tiende sus tentáculos a los que se atreven a entrar en el paraíso coloreado por melodías atrayentes, voces moldeadas para gustar y guitarras sedientas de hits perdurables. Ladrillos sustanciales que contribuyen a apuntalar la propuesta de los súbditos de Isabel II.
BASTILLE QUIEREN LLENAR ESTADIOS
Parece extraño que una de las bandas más señeras de la música británica en la actualidad lleve un emblema tan francés como el de la antigua cárcel de La Bastilla. Aunque resulta mucho más misterioso que este acontecimiento, que dio el toque simbólico al fin de la monarquía de Luis XVI, sea el responsable de bautizar a un cuarteto carente de rebeldía activa, y que asume riesgos tan calculados como los que presenta el perfeccionista Wild World.
No obstante, visto y oído el contenido de la citada obra, es más sencillo quedarse con la explicación mediática de que lo de Bastille viene a cuento de que el 14 de julio -que es cuando el pueblo galo tomó La Bastilla, en 1789- coincide con la fecha del cumpleaños de Dan Smith; sin mayores apreciaciones románticas o filosóficas de por medio.
Sin embargo, la falta de exploración de nuevos caminos que define al CD no resta brillantez a este segundo título en el currículo de Smith, Kyle J. Simmons, Chris “Woody” Wood y Will Farquarson.
Los catorce tracks del álbum dejan claro que el grupo ha tirado por la senda de las piezas que comportan números 1 como churros, al estilo de los trabajos multimillonarios de colegas de triunfales gestas como Coldplay.
Una naturaleza mercadotécnica que los cuatro ingleses conjugan con unas letras bien pensadas y escritas por Dan Smith y Mark Crew (coproductor del disco), siempre acompañadas por un plus instrumental, que evoca emociones de diverso tono y trances de sueños cromáticos.
A través de las notas con complejo de himno discotequero que despliega WW, songs como la seductora Good Grief, la excesiva The Currents, la inquietante Glory o la permeable Four Walls (The Ballad of Percy Smith) evidencian que el Britpop del siglo XXI goza de una salud envidiable, y que las pistas de baile en Reino Unido están amortizadas por unos cuantos lustros; por lo menos, en cuanto a material que pinchar.
Dentro de la docena larga de líricas acompasadas, quizá una de las más destacables sea la nominada como Two Evils: un esforzado ejercicio a lo western crepuscular, que no desentonaría lo más mínimo en un filme de Quentin Tarantino.
Efervescentes y con ánimo de convertirse en leyendas festivaleras del tercer milenio, Bastille secundan el sorprendente Bad Blood con un producto admirable en sus prestaciones; y en el que los autores de Laura Palmer echan el resto, con tal de seguir en la onda de los grupos con madera de estrella.
Vídeo oficial de Good Grief, por BastilleVEVO
