Steven Spielberg recurre a la magia de Roald Dahl
Steven Spielberg pasa estos meses en Vancouver (Canadá), para traducir a imágenes en movimiento el ingenioso relato The Big Friendly Giant (The BFG). “Creo que se trata de una historia que no ha perdido garra a lo largo de tres generaciones“, afirma el director de Tiburón.
En el universo de los gigantes, cualquier atisbo de humanidad es consumida con la velocidad del rayo. Una realidad de leyendas populares y lecturas nocturnas, que cambia de rumbo ante la aparición del protagonista del guion firmado por Melissa Mathison (E.T. El extraterrestre).
El supuesto ogro descrito en el texto -basado en la homónima novela de Roald Dahl (Cardiff, Gales, 1916- Oxford, 1990)- se niega a engullir a los niños, ya que lo único que desea es hacerse amigos de los pequeños; y, en especial, de una huérfana llamada Sophie.
Con semejantes trazos dramáticos y fantásticos, el autor de Charlie y la fábrica de chocolate vistió una obra que guarda ciertos paralelismos con El gigante egoísta, de Oscar Wilde; y que, en definitiva, reflexiona sobre la injusticia de las falsas apariencias.
Steven Spielberg sabe muy bien cómo dar forma a unas ideas como las expresadas por el fabulador isleño; por eso se ha puesto al frente de una adaptación en la que existe cierta sumisión iconográfica a otros títulos de la literatura juvenil, como Alicia en el país de las maravillas y Jack y las habichuelas mágicas.
STEVEN SPIELBERG Y SU GUSTO POR LOS CUENTOS
Desde 1991, el proyecto de The BFG coleaba por los estudios de Hollywood. En concreto, los primeros en intentar la hazaña de la adaptación con humanos fueron los productores Frank Marshall y Kathleen Kennedy, quienes contaban con el apoyo financiero de Paramount Pictures y con Robin Williams como principal atracción de cara al futuro reparto. Pero el asunto no salió adelante.
Oculta en ese instante dentro del frigorífico de las cintas con posibilidades, DreamWorks se hizo con los derechos en 2011, y la cosa comenzó a cobrar un interés sincero y llamativo. En esos pasos iniciáticos, el largometraje iba a ser dirigido por John Madden, pero la trama sedujo intensamente a Steven Spielberg, quien se puso al frente de la obra en 2014.
Uno de los motivos principales por el que el responsable de En busca del arca perdida tomó semejante decisión profesional fue por la posibilidad de interpretar el adictivo guion elaborado por la veterana Melissa Mathison. Además, el libreto poseía una extraña conexión con el personaje de E.T., uno de los favoritos del creador de La lista de Schindler, y al que el cineasta siempre ha querido regresar con la cámara a punto.
Junto a los servicios de Weta Digital y la colaboración de Walt Disney Studios Motion Pictures, The BFG tiene todas las papeletas para dibujar con convicción e ingenio el paisaje surrealista construido por la pluma de Dahl; el cual varía de las localizaciones identificadas con lugares más o menos normales, a un reino levantado sobre pilares que se retrotraen a las páginas de Hans Christian Andersen, Charles Perrault y los hermanos Grimm.
Toda una campaña de fondos considerables, destinados a reflejar -con sentido del espectáculo- la aventura de la pequeña Sophie (Ruby Barnhill): la joven que vive amargada en un asilo para menores sin familia, hasta que obtiene la amistad de The Big Friendly Giant (Mark Rylance). A través de esta relación, la chica vuela a un mundo en el que hay una despótica reina (Penelope Wilton), una amorosa doncella llamada Mary (Rebecca Hall), nueve gigantes amenazantes y muchos más seres de leyenda.
Después de tocar el tema de los secretos de la Guerra Fría, en El puente de los espías, Steven Spielberg vuelve a refugiarse en los cuentos clásicos, con el objetivo de solazar su espíritu juvenil. Una constante que siempre ha nutrido la millonaria filmografía del oscarizado director estadounidense.
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