Sébastien Lifshitz y su heroína trans
El director francés del impactante documental "Bambi" intenta agitar los prejuicios sociales con respecto a las personas transgénero, con "Una niña": una valiente y premiada película, que llegará a los cines españoles el próximo 12 de marzo.
Sébastien Lifshitz no lo tuvo nada fácil para localizar a la protagonista de Una niña.
El documentalista y director parisino se vio obligado a buscar la figura central de su proyecto cinematográfico en un foro de Internet, donde contactó con dos madres con hijos transgénero. Dentro de esta pareja de progenitoras, la que a Lifshitz le pareció más impactante e inspiradora fue la madre procedente de Francia: una mujer fuerte y luchadora, que había apoyado a su pequeña desde el principio, en la cruzada de esta para ser reconocida como una niña, en vez de con el sexo masculino con que vino al mundo.
Esa niña, que da pie al título de la película, es Sasha: una cría de siete años, que batalla diariamente para que la inflexible sociedad que la rodea la reconozca como fémina, y de esa manera obtener el necesario espaldarazo para definir sin cortapisas su identidad personal.
A lo largo del profundo y emotivo largometraje, resulta sorprendente que, pese a que nos encontramos en pleno siglo XXI, mucha gente -incluida la mayoría de las instituciones- suelen marginar a las personas que se atreven a reclamar un género que ellas reconocen como propio, más allá de los condicionantes de la anatomía otorgada por el nacimiento.
Dentro de este sistema consistente en silenciar a los que se consideran diferentes del resto, La niña marca el foco de atención en el colegio de Sasha: un centro de enseñanza que intentó impedir la elaboración de la cinta, y que llegó a contactar con un abogado para demandar a Lifshitz y a su equipo, en caso de que estos nombraran al lugar en alguna escena del film.
Tanto el citado centro de enseñanza como los demás elementos que intentan acallar los sentimientos de Sasha son los verdaderos y contundentes antagonistas, en una obra que simplemente intenta plantear un problema real y acuciante, y al que la mayoría de los países se niegan a dotar del cauce legal e igualitario que reclaman estos ciudadanos de pleno derecho.
Lifshitz expresa semejantes líneas argumentales mediante una narración eminentemente visual, donde las palabras quedan en segundo plano; y en la que las imágenes de la protagonista y de su familia componen el verdadero núcleo temático, siempre con la cámara puesta a la altura de los ojos de la pequeña de siete años, que define su identidad como ser humano.
SÉBASTIEN LIFSHITZ DA IMPORTANCIA A LOS SENTIMIENTOS TRANS
Cuando se busca la palabra transgénero en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, el volumen indica que esta no existe. Tal situación obliga a localizar un sinónimo inexacto y poco concreto, a través del término transexual; pero la definición que surge tras semejante intento está ligada a la vestimenta y comportamientos contrarios al género de nacimiento, aparte de los tratamientos hormonales y quirúrgicos correspondientes, a los también alude una de las acepciones. Todos estos apuntes se olvidan de algo esencial en el sentimiento trans, como es el hecho de que la palabra transgénero implica alcanzar un reconocimiento identitario, más allá de otras consideraciones aledañas.
Esa realidad es precisamente la que eleva como leitmotiv La niña. Y lo hace desde las aulas veladas y solo aludidas de un colegio en contra de la protagonista y de sus parientes, desde las clases de ballet a las que asiste Sasha, desde la consulta del médico, y desde las reuniones familiares en eterna resiliencia.
Al contemplar los problemas que debe encarar la heroína trans de siete años, la pregunta que planea por la mente es: con todo lo que se supone que ha avanzado la sociedad, ¿por qué se sigue asociando el término trans con la dimensión sexual, como única motivación para el cambio? Esta diatriba preocupa a Lifshitz, y la personifica a través de los ojos de Sasha; la cual queda ejemplificada con absoluta sencillez y sinceridad, a la hora de materializar los sentimientos de la pequeña ante la cámara.
Una niña aborda temas tan dolorosos como el del rechazo, el de la crueldad de los que intentan adoctrinar con dogmatismos artificiales, y el de la necesidad de enfrentar una lucha constante y aguerrida contra los numerosos obstáculos que se le presentan a la cría y a sus seres queridos. Asuntos que la familia de Sasha asume con determinación y empatía; lo que enriquece el mensaje esperanzador consistente en alcanzar un mundo sin barreras para nadie, donde exista una absoluta igualdad para todos los seres humanos, sin prejuicios de género ni de ningún tipo.
En este sentido, el cineasta subraya la importancia de leyes que protejan a las personas como Sasha, e impidan que sufran la incomprensión de las instituciones y de los ciudadanos. Un paso esencial para que se normalice la capacidad para decidir respecto a la identidad de un@ mism@, sobre todo si la anatomía y el género con los que se viene al mundo causan amargura y sufrimiento.
Nota: Una niña llegará a las salas españolas a partir del próximo 12 de marzo de 2021.