Paul McCartney y su metamorfosis

El mítico componente de The Beatles emprende una etapa más en su larga carrera musical, con el sorprendente "McCartney III" (Capitol Records): un disco en clave experimental, en el que Macca se deja llevar por la inspiración instrumental.

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Paul McCartney
Paul McCartney elaboró su nuevo trabajo en el estudio de su casa de Sussex (Inglaterra)

Paul McCartney puede estar orgulloso de haber ido más allá de los estereotipos de las estrellas asentadas en sus tronos de glorias pretéritas.

El músico de Liverpool no es de los que recurren únicamente a su repertorio más legendario, y resiste con fuerza ante la engañosa tentación de dejarse seducir por la simpleza de los caminos trillados, y habitualmente transitados en su carrera de más de cinco décadas.

Por eso, cuando el antiguo compañero de John Lennon, Ringo Star, y George Harrison tuvo que sufrir el confinamiento veraniego por culpa de la pandemia de la covid, este decidió ponerse a componer de forma hogareña y relajada, sin exigencias comerciales ni agobios mercadotécnicos. Y el resultado de la citada aventura profesional es un brillante ejercicio de minimalismo creativo, en el que resplandece la capacidad del artista británico para plantear alternativas a sus sonidos más conocidos y laureados.

Esa obra, concebida a base de aromas campestres y visiones bucólicas, lleva por título McCartney III (Capitol Records), y se encuadra sin complejos en la trilogía existencial de Paul, y que está prologada por McCartney I (1970) y McCartney II (1980).

Si la primera entrega supuso el fin de The Beatles y el comienzo de su etapa con Wings, la segunda parte proponía el lanzamiento de la apuesta en solitario de PMc.

Dentro de semejante esquema, la tercera pieza se corresponde con la extensión de un hombre con ganas de probarse a sí mismo, a base de líricas reconfortantes; a través de las notas y los instrumentos que las producen. Un afinador de sensibilidades, al que ya no le quita el sueño la popularidad, ni la necesidad de cosechar éxitos o fracasos.

El hambre por experimentar es lo que excita la pasión compositora de este Macca de setenta y ocho años, amante de las jornadas con fuego de chimenea y alimentos horneados, a quien le importan los trabajos consanguíneos y arriesgados.

Paul McCartney
Paul McCartney ha implicado a varios miembros de su familia, en el diseño de la portada de “McCartney III”

Cada día comenzaba a grabar con el instrumento con el que había compuesto la canción, y luego gradualmente lo iba superponiendo. Fue muy divertido, Era sobre hacer música para ti, en vez de hacer música como trabajo. Solo hice cosas que me apetecía hacer. No tenía ni idea de que terminaría en un álbum“, afirma McCartney, en el vídeo promocional del disco.

PAUL McCARTNEY SE SIENTE CÓMODO

Nada más arrancar el curso melódico de McCartney III, las sensaciones corren parejas a la impresión de que este décimo trabajo en solitario de Macca no va a seguir un discurso convencional, sino que se atreve a preconizar que sus tonalidades folk y pop van a estar esculpidas en todo momento por un buscador de fórmulas activas, interesado en construir atmósferas y espacios atrayentes, sin prestar atención a la complicidad de los ejecutivos de las multinacionales de las ondas.

En semejante contexto, Long Tailed Winter Bird (título del primer corte del CD) deja claras las intenciones del ex Beatle, con sus guitarras amortiguadas y pintorescas, y sus ondulantes ecos melódicos. Tras los punteos y las percusiones de este track, es fácil imaginar los campos verdes de Sussex, y las inspiraciones hogareñas que estimulan tales cantos letárgicos.

Un aroma que acompaña al resto de las once pistas, y que dibuja la fisonomía de una obra de campiña: un landscaping musical, en el que sobresale la agriada y resquebrajada voz de Paul, convertida ahora en una especie de mixtura entre el timbre de Leon Russell y el aguardentoso deje de Van Morrison.

Paul McCartney
Paul McCartney despliega su constante interés por experimentar, en “McCartney III”

Después de cincuenta años desde la separación de The Beatles, McCartney III recupera la alquimia que hizo posible que John Lennon, Ringo Star, George Harrison y Macca formaran una de las bandas más importantes y compenetradas de la historia de la música en el siglo XX. Ese elemento de unión podría definirse como una necesidad de ir más allá de las modas y los gustos, de experimentar con las notas, y de crear emociones a través de las melodías.

A tenor de lo expuesto, parece que Paul McCartney conserva muy viva la pasión por jugar con las inspiraciones que aportan los instrumentos; y la traslada a los pentagramas, con la intención de conservar el estado de los impulsos que ayudan a conjugar las diferentes atmósferas presentes en el álbum.

En esta sintonía, composiciones como Deep Deep FeelingWomen and Wives y The Kiss of Venus descubren el corazón lírico de esta obra sencilla y verosímil, llamada McCartney III.

Más información en

https://www.capitolrecords.com

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