Nunca es tarde para empezar
Gilbert Garcin siempre tuvo la cámara entre sus enseres existenciales. Sin embargo, la vida retuvo su vocación hasta pasar la sesentena. Aunque el tiempo podría haber cubierto de telarañas su inspiración natural, el estilo surrealista de este creador francés -comparable en atmósfera e intenciones al desplegado por maestros como Magritte- ha dejado la huella de una obra compacta, extensa, alegórica y sumamente personalista. Sus colecciones están teñidas de ese elemento inidentificable que las alejan de lo convencional, al tiempo que las acoraza contra la indiferencia impostada de los intelectuales orgánicos.