Meryl Streep y las obras musicales siempre han tenido una relación estrecha y exitosa, a lo largo de la carrera cinematográfica de esta actriz de amplio recorrido profesional.
Y eso que hasta 2008, con el estreno de Mamma Mia!, la premiada protagonista de Kramer contra Kramer no dio el paso definitivo, para meterse de lleno en una movie con canciones de principio a fin. El resultado de semejante reto fue tan gratificante, que Streep le ha cogido el gusto a bailar y entonar melodías con una cámara de por medio; algo que los aficionados al cine han recibido de manera más o menos elogiosa.
Tras la segunda entrega de Mamma Mia!, Into the Woods y El regreso de Mary Poppins; la dama de La decisión de Sophie vuelve a su particular predilección por las tonadas enérgicas, en The Prom: una ingeniosa adaptación de la creación orquestada por Chad Beguelin, Bob Martin y Matthew Sklar, que dirige el competente y experimentado Ryan Murphy (responsable de la serie Glee).
Partituras tan absorbentes como Zazz o Changing Lives sirven de base armónica a Meryl, para exhibir sus dotes cantarinas, apoyada por escenografías brillantes y colores sublimados al más puro estilo del antiguo technicolor.
Bajo estas coordenadas, el ajado y elitista conservatorio de la ciudad de Edgewater, en Indiana (USA), abre sus puertas cargadas de glamour estelar, con el fin de trasladar sus esforzados números de los escenarios teatrales a la pantalla grande.
Una tarea de altos vuelos artísticos, para la que Murphy ha contado -además de con Meryl Streep– con la presencia de Nicole Kidman (Las horas), James Corden (Peter Rabbit), Andrew Rannells (Black Monday)y la joven Jo Ellen Pellman (The Deuce), entre otros.
MERYL STREEP Y EL TALENTO DE RYAN MURPHY
La trama de The Prom es ante todo una declaración de intenciones en favor de la diversidad de género y la libertad sexual. Un asunto que adquiere una signifancia particularmente intensa en los USA de Donald Trump, con su huracán de conservadurismo patriarcal, y en la Europa del auge de las ideas de los partidos de ultraderecha.
El curso escénico de The Prom arranca con el fracaso de los fogueados y endiosados por las masas Dee Dee Allen (Meryl Streep) y Barry Glickman (James Corden), cuando intentan levantar un espectáculo sobre Eleanor Roosevelt.
El varapalo que soporta la citada Dee Dee lleva a la star a pensar que lo más adecuado en esos momentos tan amargos es ponerse al frente de alguna causa social, y esta oportunidad se le presenta en la persona de Emma Nolan: una chica marginada por su condición de lesbiana.
Este plan de redención desarrollado por Allen, Glickman, la cantante de coro Angie Dickinson (Nicole Kidman) y el actor sin suerte Trent Oliver (Andrew Rannells)marca la evolución dramática del florido y adictivo musical, que pone en primera línea los defectos de las sociedades cerradas a los que claman sus diferencias con respecto a los demás.
Un libreto en el que brillan con luz propia temas tan emotivos como el eléctrico y acumulativo It’s Time to Dance, que agrega el colofón a una historia destinada a enganchar a los espectadores desde sus primeros acordes y estribillos.
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