La guerra tienta a Spielberg y a Lucas
El responsable de Tiburón y Encuentros en la tercera fase, Steven Spielberg, no se concede ni un simple respiro. El coronado como Rey Midas del séptimo arte a partir de finales de los setenta está estos días enfrascado en dos rodajes de disparidad argumental incuestionable, pero de proporciones presupuestarias por lo menos considerables.
Por un lado, el creador de La terminal se halla instalado en la Europa de la Primera Guerra Mundial con la adaptación al cine de la novela de Michael Morpurgo, War Horse. La historia versa sobre un joven llamado Albert, quien posee un caballo de notable belleza que responde al nombre de Joey. Él y su equino cabalgan sin cesar por los prados de su lugar de nacimiento y residencia, pero la fatalidad aparece en forma de contienda planetaria. Tras el estallido de la Gran Guerra, Joey es reclutado como parte del equipamiento vehicular de los militares, y Albert –solo y perdido- decide alistarse como voluntario para recuperar a su animalillo. La búsqueda les llevará a ambos colegas a través de un Viejo Continente destruido mediante la sinrazón y la muerte programada por gobiernos ambiciosos. El casi debutante Jeremy Irvine (quien hasta hace poco solamente era conocido por su participación en la serie Life Bites) encabeza un reparto en el que también hacen acto de presencia, entre otros, los británicos Emily Watson y David Thewlis.
Pero, Spielberg no tiene suficiente con un único proyecto; el autor de La lista de Schindler también anda metido en la adaptación a la pantalla grande, y con actores de carne y hueso, de las aventuras de Tintín: el personaje de cómic ideado por el genial Hergé. En concreto, dos historias se funden para dar cuerpo al guión original; las formadas por El secreto del unicornio y El tesoro de Rackham El Rojo. El chaval de Billy Elliot, Jamie Bell, es el encargado de dotar de físico al simpático periodista; que convive sin miramientos con el peligro de misiones alumbradas por secretismos de altos vuelos. Al lado del intérprete de Jumper, Andy Serkis (el Gollum de El señor de los anillos) se caracteriza para este filme como el chirriante y cuentacuentos capitán Haddock; Simon Pegg y Nick Frost se disfrazan de Thompson y Thompson; y Daniel Craig se mete en la piel de Rackman el Rojo (en espera aún de que los productores precisen de su presencia para proseguir con el rodaje del nuevo título de la saga de James Bond). La cosa por ahora va viento en popa con éste Tintín del siglo XXI y -supuestamente- en 3D.
Escribir sobre Spielberg abre, en cierta forma, el apetito de la curiosidad; y nos obliga a pensar en su gran amigo George Lucas: el multimillonario creador de Star Wars y socio activo de las hazañas de Indiana Jones. Pues bien, Lucas no está tan centrado como su amigo Steven en propagar su talento a través de las pantallas por la senda de la dirección; aunque, en cuanto le entre el gusanillo, sin duda lo hará.
En espera de algún bombazo, como la quinta entrega del arqueólogo Mr. Jones, el papá de Luke Skywalker se dedica a redactar y a producir. Lo último que ha surgido de su mente es una obra titulada Red Tails. Ambientada en la Segunda Guerra Mundial, el argumento sigue los problemas de un grupo de aviadores africanos, para hacerse un hueco en una contienda en la que el color de la piel y el racismo estaban todavía muy presentes. Anthony Hemingway dirige la apuesta; y Terrence Howard y Cuba Gooding Jr. la protagonizan. Aparte, el creador de la filosofía jedi ha anunciado a bombo y platillo la posibilidad de recuperar Star Wars para convertirla al formato tridimensional; y, de paso, sacar adelante en una serie de televisión con los célebres personajes de las seis partes de La guerra de las galaxias (esta segunda noticia está aún un poco en el aire, como los aparatos de Red Tails).