Jessica Lange y Katharine Hepburn
La actriz ganadora dos veces de un premio Oscar, por "Las cosas que nunca mueren" y "Tootsie", toma el testigo de la mítica Katharine Hepburn, para protagonizar "Larga jornada hacia la noche": una nueva adaptación cinematográfica de la obra homónima de Eugene O'Neill, que dirige en esta ocasión el londinense Jonathan Kent.
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Jessica Lange es una intérprete a la que le suelen gustar los personajes capaces de llegar al límite de sus realidades existenciales y emocionales. Una característica de fuerte arraigo dramático, que no se corresponde en apariencia con los inicios de Lange como una joven de impactante físico y virtudes de sex symbol, que le sirvieron para comenzar en el séptimo arte en la piel de la exuberante novia de King Kong, en la versión setentera de John Guillermin.
Desde entonces, la que fuera pareja del actor y dramaturgo Sam Shepard ha confeccionado una sólida carrera delante de las cámaras, con títulos tan recordados como Frances (Graeme Clifford, 1982), Country (Richard Pearce, 1984), Las cosas que nunca mueren (Tony Richardson, 1994) y Tootsie (Sydney Pollack, 1982).
Con setenta y tres años cumplidos el pasado 20 de abril, Jessica Phillys Lange continúa con su currículo de papeles determinantes, a los que acaba de sumar su encarnación de la vertiginosa y quebradiza Mary Tyrone, en el film Long Day’s Journey Into Night: una adaptación neurótica y acerada de la homónima pieza teatral del neoyorquino Eugene O’Neill, que acabada de rodar el escenógrafo británico Jonathan Kent (A German Life).
La costa estadounidense de Connectituct, del texto original, se transforma en la película de Kent en los paisajes agrestes y evocadores de Irlanda, donde la familia protagonista exhibe sus problemas afectivos y humanos, con los que el ganador del premio Nobel de Literatura construyó uno de los pilares dialogados del teatro realista ubicado en la nación de la barras y estrellas, deudor de la novela social de John Steinbeck y de las oscuridades consanguíneas de William Faulkner.
Jessica Lange se introduce en la casa campestre de los Tyrone con la intención de retratar el infierno psicológico que experimenta la atormentada Mary: la matriarca del clan desestructurado, que conforman su esposo y sus dos hijos.
Junto a la actriz nacida en Minnesota, Ed Harris (El show de Truman) se encarga de dar vida a James Tyrone: el cónyuge alcoholizado de Mary, al que persiguen los fantasmas de un pasado como actor que añora y que le entristece. Por su parte, Ben Foster (Comanchería) aparece caracterizado como el mayor del clan Tyrone (el esquivo Jamie), y el norirlandés Colin Morgan (Belfast) hace lo propio con el rol de pequeño y enfermo Edmund.
JESSICA LANGE RECUPERA LA ANGUSTIA EXISTENCIAL QUE REFLEJÓ KATHARINE HEPBURN
Pese que nunca antes había grabado audiovisualmente Larga jornada hacia la noche, Jessica Lange ya sabía lo que era meterse en la agrietada psique de Mary Tyrone; ya que la intérprete de American Horror Story había encarnado este papel en el teatro en 2016, al lado de Gabriel Byrne y Michael Shannon.
Lange ha capturado las sensaciones acaparadas en las representaciones citadas para vestir su trabajo en la película de Jonathan Kent. Una labor en la que probablemente también han pesado las conexiones artísticas con la versión del texto de Eugene O’Neill que protagonizó Katharine Hepburn en 1962, a las órdenes del cineasta Sidney Lumet.
En la mencionada movie de los años sesenta, Hepburn efectuó una caracterización de sorprendente profundidad dramática, encerrada en el frágil cuerpo de la adicta a la morfina llamada Mary Tyrone. Retrato que Lange intentará emular con sobriedad y esfuerzo, siempre bajo el espejo poliédrico de la inolvidable pareja de Spencer Tracy.
La trama de Long Day’s Journey Into Night se desarrolla en un día de agosto de 1912. En una casa solariega amplia y crepuscular, los Tyrone esperan la llegada de Mary: la matriarca. La mujer acaba de finalizar un internamiento en un hospital psiquiátrico, y está resuelta a empezar una nueva vida con los suyos. Sin embargo, los problemas que acarrean son de viejo e imperturbable cuño.
James, el patriarca, sigue apegado a su alcoholismo, mientras hiere sin cesar a todos los que se encuentran a su alrededor. Semejante amargor se suma al que porta el hijo mayor, igualmente aferrado a una botella y con la impresión de haber naufragado en la vida. Mientras, Edmund (el pequeño de la familia) oculta una terrible enfermedad, por la que se enfrenta a una muerte más que posible.
Estos mimbres humanos son los que sustentan el argumento de Long Day’s Journey Into Night: una obra con la que Eugene O’Neill marcó la senda enfebrecida de las defunciones programadas (en algunas escenas individuales, y en otras en un sentido más universal).
