0
0
Jake Bugg se deja llevar por las melodías complacientes, en su último álbum de estudio: Hearts That Strain (Virgin EMI Records).
El cantante británico apuesta por once temas de sólido pop rítmico, sin desviaciones voluntarias hacia el folk sudoroso y de carretera del que hizo gala en sus primeros trabajos.
El vocalista de The Black Keys (Dan Auerbach) y la hermana pequeña de Miley Cyrus (Noah Lindsey Cyrus) acompañan al músico nacido hace veintitrés años, alumbramiento ocurrido en la antiguamente boscosa zona de Nottingham (Inglaterra).
Ya ha pasado un lustro largo, desde que un jovenzuelo de flequillo soñador y guitarra en vena asombró a los asistentes del legendario Festival de Glastonbury.
Jake Edwin Charles Kennedy (más conocido como Jake Bugg) saltó al ruedo de la fama con la precocidad de la adolescencia por bandera, avalado por un talento especial para desentumecer un puñado de letras de óxido ferroso.
Obras como Jake Bugg (una de las mejores creaciones del isleño), Shangri La y -en menor medida- el irregular repertorio de On My One han situado al chico de la mirada errática en el Olimpo de las estrellas de las ondas, siempre acogido bajo el ala de los genios suburbanos, y dentro de los márgenes de una industria experta en canibalizar las virtudes de sus súbditos.
Después de un currículum de brevedad obvia, Bugg regresa a la actualidad con Hearts That Strain: un compacto de singulares proporciones estilísticas, que sitúa al veinteañero en un terreno cercano a la mansedumbre particular de un mainstream ceñido a sus altibajos emocionales.
Lejos de los accesos arcillosos de sus otros trabajos, esta cuarta estación profesional del compatriota de Elton John agudiza la capacidad secreta de los trinos de JB; envuelta en los oropeles de estribillos reconocibles, y en líricas destinadas a potenciar el lado más amable de un muchacho otrora estimulado por los senderos de los ripios arrancados a las rocosas grietas del folk de esparto.
JAKE BUGG Y SU RENUNCIA A SER UN OUTSIDER
A lo largo de la carrera de toda estrella en ciernes, hay distintos momentos de inventiva que sellan la evolución particular de los que desean perdurar más allá de memorables gestas de duración limitada. Una situación que le ha llegado a Jake Bugg en un momento especialmente determinante, sobre todo tras la tibia acogida de su hasta ahora último álbum: el difuminado On My One.
Hearts That Strain explica su fisonomía en función de esa necesidad en pos de recuperar el favor del público; aunque en su operación haya también un intento por definir el nuevo curso del paisano de Robin Hood, a través de las baladas aglutinadoras y resultonas, nutridas con los ingredientes de un pop romántico altamente contagioso.
Tal objetivo queda manifiesto desde el comienzo del disco, con el excelente y cromático tema titulado How Soon the Dawn (primer single del CD). Mediante la técnica de encadenar estrofas de agradable curso sinfónico, Bugg refleja su obsesión desatada, con la misión explícita de ganar el afecto de un espectro más amplio de seguidores.
Esta avanzadilla de envolvente cadencia allana el paisaje, para seguir avanzando en el decorado diseñado por el inglés; y en el cual hay espacio para los discursos atmosféricos (Southern Rain), las confesiones de carácter diluido (The Man On Stage), las soledades dolorosas (Burn Alone), o las declaraciones de amor eterno (Every Colour in the World). En definitiva, una sucesión de poemas a corazón abierto; en la que sobresale la encendida y sorprendente balada nominada Waiting: corte que el compositor de Nottingham interpreta al lado de Noah Cyrus.
Las sensaciones, después de escuchar Hearts That Strain, son extrañas; ya que parece que el antiguo Jake Bugg esté presente únicamente a chispazos.
Algo que no invalida para nada los resultados rítmicos de una obra de serena madurez, impostada por la creatividad de un tipo que aún no ha cumplido ni treinta primaveras.
Vídeo oficial de How Soon The Dawn, por JakeBuggVEVO
