Iain Glen emula a Clint Eastwood
Iain Glen pone Galway (Irlanda) patas arriba, en la piel de un detective perdonavidas y bebedor llamado Jack Taylor.
El protector de Daenerys “Khaleesi” Targaryen, en la serie Juego de tronos, triunfa en Channel 5 enfundado en la violenta faz del personaje creado por Ken Bruen.
La serie (que ya va por la tercera temporada) se encamina hacia su final, programado para ser emitido el próximo 1 de diciembre en Gran Bretaña, bajo el título de Purgatory.
A vista de los investigadores actuales, parece que han pasado siglos desde que Hércules Poirot y Miss Marple metían a los asesinos en la cárcel al ritmo acompasado de sus deducciones portentosas.
Mientras los citados eran partidarios de las células grises y del punto de cruz con curioseo militante, los detectives que pasean por las islas en este tercer milenio son unos tipos desangelados: surgidos de las destilerías after hours, y nutridos por plumas ansiosas de narrar el desarraigo generacional.
El inspector Rebus, Luther, Vera… La lista en especímenes de la citada calaña es amplia y variada. Una fauna de instintos afilados, en la que Jack Taylor encaja a la perfección.
Corría el año 2010, cuando TV3 Television Network confió en el camaleónico Iain Glen, para dotar de físico al pétreo protagonista de las novelas de Ken Bruen. El autor había vestido a su antihéroe con los ropajes dudosos del John Rebus de deprimidos atardeceres, y con las magulladuras ojerosas del nórdico Harry Hole.
Sin embargo, en medio de la operación literaria, el narrador también espolvoreó muchas esencias de la Irlanda ubicada en el abismo de la indefinición social.
Con esas hebras verdosas, el writer elaboró una colonia -de fuerte aroma a rabia desatada- que dio a Taylor el ADN necesario, con el que el escocés Iain Glen ha podido trabajar.
Después de seis años en antena de manera intermitente, el antiguo oficial de la Garda Síochána se encamina a resolver su última intriga (por lo menos, hasta que los responsables de la producción anuncien la continuación del serial): un complicado asunto de trascendencias existenciales, que dirige Charlie McCarthy, sobre un guion adaptado de Marteinn Thorisson.
IAIN GLEN PONE CARA DE DURO
Al igual que el desodorante de muchos sobacos cantores, la sonrisa parece haber abandonado desde hace tiempo al otrora policía Jack Taylor. El hombre tuvo que abandonar el cuerpo legal tras detener a un importante político, quien se había saltado el límite de velocidad por bastantes kilómetros.
Las formas con las que el protagonista encajó las esposas en las muñecas del ilustre Fitipaldi no gustaron a sus jefes, y éste se vio de patitas en la calle y sin placa. Pero eso no fue más que una señal para que el singular individuo comenzara su carrera en el sector privado.
De fuerte carácter y algo amigo de las sustancias etílicas, el bueno de Jack no es el más adecuado para mantener a los colegas, y únicamente conserva a su lado a un fiel escudero sin chaleco salvavidas: el joven Cody Farraher (Killian Scott).
La aventura que clausura el currículo televisivo de JT sitúa el investigador en un momento un tanto extraño de su existencia. El tipo se mantiene a duras penas en el presente grisáceo que le ha tocado en suerte, aunque guarda algo de confianza en que las cosas pueden cambiar. Una situación de zozobra personal que sacude la irrupción de un misterioso asesino en serie, el cual se pone en contacto con Jack.
Semejante juego macabro le llega al detective justo cuando éste empezaba a establecer relaciones con un millonario de la zona, quien podría resolver muchos de los problemas del expolicía en un futuro próximo.
Nuevamente, la ambientación costumbrista -forjada en el Galway de los bajos fondos y de los callejones impenetrables- sirve a los responsables de la ficción para crear el ambiente necesario con el que capturar la atención del espectador, siempre pendiente a las amenazas que despacha -con desplantes de la marca de Clint Eastwood– el inquietante Iain Glen.
Nota: Channel 5 tiene previsto emitir Purgatory el próximo 1 de diciembre.