Hiroshi Sugimoto teoriza en Arlés sobre el color de las sombras
La fusión entre el espacio y el tiempo presenta cuerpo de horizontes en penumbra: una línea de naturaleza metafísica en la que no existe la gravedad, y donde el cielo y el piso se confunden con signos de eternidad impostada. La Tierra se torna plana ante semejantes imágenes de funambulismo artístico; y el mar esconde los reflejos azulados bajo un edredón de blanco y negro, hilado a través de contrastes evocadores.
El japonés Hiroshi Sugimoto (Tokio, 1948) ha vivido demasiados lustros (desde 1982) como ciudadano de tales puestas de sol y amaneceres; atmósferas de teatros lúcidos y accidentes geográficos manipulados por el objetivo, que -tras la retina del singular creador nipón- adquieren los poros de la piel humana, como si los paisajes y bodegones remitieran irremediablemente a los contornos y curvas de la anatomía de hombres y mujeres.
Los más de treinta años que lleva el fotógrafo oriental con las alforjas de un explorador de los infinitos en sombras le han llevado a modificar un poco sus obsesiones de grises, blancos y ébanos con el alumbramiento del nuevo milenio. Una determinación de la que ha surgido Revolution (Couleurs de l’Ombre), serie de espectros cromáticos -tomados con la tecnología de una simple y antigua Polaroid- que el compatriota de Tanizaki y Soseki ha reunido en la mencionada exposición, que estará abierta al público hasta el próximo 22 de septiembre (dentro del marco del Festival de Arlés).
Publicadas por Hermès Editeur, las piezas de HS están tomadas de finales de 2009 a principios de 2010, y representan las sensaciones que experimentó este arquitecto de los negativos en diferentes lugares del mundo, cuando se levantaba a las 5: 30 de la mañana para comprender el discurso diario de la existencia planetaria.
La misma paz que se respira y emociona en los trabajos más conocidos del artista queda prendida en estas impresiones desenfocadas, y con inspiraciones en una abstracción muy en consonancia con las investigaciones de pintores como Mark Rothko. Unas variaciones de cromatismo ausente de líneas y precisiones, sólo ubicadas por las modificaciones que se producen en la propia evolución del arcoíris propuesto.
“En mis sueños de niño, frecuentemente flotaba en el aire. Y ya de mayor, algunas veces abandono mi cuerpo y me veo dormido, levitando cerca del techo”, explica HS en la página web del Festival de Arlés. Palabras que dejan constancia de los elementos inmanentes que suelen retratar las secuencias congeladas por este individuo de espíritu renacentista, quien armó sus ideas de índole hipnótica tras su paso por los estudios de algunos de los mejores maestros estadounidenses en disciplinas como la pintura, la arquitectura y la escultura.
Estos colores que el creador tokiota emulsiona desde las “el interior” son categóricas positivaciones en un señor que confiesa haber comenzado en el proceloso camino de los flashazos subyugado por las vistas del acantilado de Newfoundland, donde confraternizó a corazón abierto con las lunas llenas y los crepúsculos esclarecedores.
En medio de las numerosas muestras que alimentan el mosaico de tendencias presentes en Arlés, Revolution eleva su diálogo con el espectador a través de un lenguaje universal, en el que es posible encontrar las fantasías de playas nostálgicas, las añoranzas de islas perdidas en el océano, o las colinas tupidas por una flora de impulsos salvajes y primigenios. Simplemente acompañado de sus múltiples cámaras, Hiroshi Sugimoto es capaz de entresacar los rasgos de un objeto, a la vez de los contornos de bóvedas celestes sumidas en el surrealismo de paletas imaginadas. Un sinfín de apetencias sensibles que se dan cita en El Espacio Van Gogh, dentro de una ciudad histórica que -hasta la entrada del otoño- exuda líquido de revelado.
Más información, horarios y entradas en
http://www.rencontres-arles.com,
http://www.sugimotohiroshi.com
http://www.editeur-en-hermes.com