Hans Christian Andersen, investigador
El famoso autor de "El nuevo traje del emperador" y "El patito feo" se convierte en un sagaz detective, dentro de la trama de la novela "Muerte de una sirena" (SUMA de Letras): una imaginativa obra de misterio, escrita por A. J. Kazinski y Thomas Rydahl.
Hans Christian Andersen fue un hombre dotado con un talento excepcional, para cualquier actividad que requiriera altas dosis de creatividad e imaginación. Pese a que se hizo famoso por sus inmortales cuentos, el literato de Odense también probó suerte con la pintura, los libros de viajes, la poesía y el teatro.
La mente de HChA se asemejaba a los efectos de una estrella en continua expansión galáctica. Eso dio como resultado un ansia irrefrenable por experimentar un sinfín de sensaciones, que el creador danés vertebró a través de su particular universo de palabras encadenadas, y de sus historias repletas de laberintos comprensivos.
Curioso por naturaleza, Andersen no se limitó simplemente a concebir relatos con moralejas emocionantes y sorpresivas, sino que igualmente pergeñó argumentos cercanos al género gótico y a las tradiciones espectrales de su tierra natal, como Historia de una madre (texto que el cineasta español Gonzalo Suárez convirtió en la película El detective y la muerte, estrenada en 1994). En este cuento macabro, el padre de La reina de las nieves se acercó a la amargura de una mujer, que busca afanosamente a Satanás, para que le devuelva la vida a su hijo muerto.
Esta narración de terror sobrenatural, considerada en su época como un tanto polémica y de indudable valor simbólico e iconográfico, sirve de percha para explicar el motivo por el que A. J. Kazinski (seudónimo bajo el que se integra la pareja profesional formada por el director de cine Anders Ronnow Klarlund y Jacob Weinreich) y Thomas Rydahl han decidido disfrazar la imagen de Hans Christian Andersen con los aperos de un improvisado y desastrado Sherlock Holmes, con el objetivo de urdir la trama de Muerte de una sirena (SUMA de Letras).
El libro arranca entre el 13 y el 18 de septiembre de 1834, en las oscuras e inquietantes calles de un Copenhague de lluvia y escarcha, propias del final del verano. En ese tiempo, Hans Christian Andersen era un aspirante a escritor de 29 años, con escaso dinero y muchos sueños de grandeza futura, albergados bajo su pulso de tinta y papel. Precisamente, el caso en el que se ve metido por casualidad se convierte -según Kazinski y Rydahl– en la espita fantasiosa por la que el genio nórdico ideó el cuento de La sirenita (publicado el 7 de abril de 1837). Un interesante punto de partida, del que cuelga el foco de atención de este libro singular y tentador.
HANS CHRISTIAN ANDERSEN SIGUE LA ESTELA DE DICKENS, CONAN DOYLE Y WILKIE COLLINS
Un extraño y siniestro asesinato es el pretexto que hace arrancar el argumento de Muerte de una sirena. Se trata de la aparición del cuerpo mutilado de una joven prostituta, hallado en los intimidantes y abismales canales de Copenhague.
La policía carece de pistas claras sobre lo sucedido, y los investigadores no imaginan qué monstruo ha podido hacer algo semejante. Sin embargo, un testigo acusa a un hombre misterioso, que fue visto con la víctima recientemente: un prometedor y peculiar escritor llamado Hans Christian Andersen, a quien la hermana de la finada vio salir furtivamente de la habitación de esta, la noche anterior al crimen.
Todo apunta que Andersen es el asesino; sin embargo, él sostiene su inocencia con vehemencia y determinación. Carente de mucho tiempo para descubrir al verdadero responsable de la bestial carnicería (tres días es lo que le dan sus perseguidores), el autor de El patito feo deberá afilar su ingenio, con el objetivo de salvarse finalmente del patíbulo.
Kazinski y Rydahl bucean con habilidad por la biografía conocida del literato de Odense, para construir una obra verosímil, siempre regada con un lenguaje de naturaleza audiovisual y directo. Los autores elaboran de esta manera una narración a medias entre el terror y el thriller, que recuerda a los ejercicios llevados a cabo anteriormente por Dan Simmons (La soledad de Charles Dickens) y Mathew Pearl (La sombra de Poe, El último Dickens).
Bajo estas coordenadas estilísticas, los responsables de Muerte de una sirena inscriben la obra en el exitoso subgénero de historia-ficción, consistente en transformar a famosos maestros de la palabra impresa en sorprendentes detectives. Un grupo de ilustres aspirantes a Sherlock Holmes y Hercules Poirot, que normalmente se enfrentan a asesinatos que recuerdan a la psicopatía desatada por alguien tan temido como Jack el Destripador (en la tesitura descrita, poco importa que los hechos ocurran décadas antes de la aparición del salvaje criminal de Whitechappel). Pesquisas investigadoras que, a la postre, suelen servir para inspirar algunos de los títulos más conocidos de la literatura universal.
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