Gaspard Ulliel e Isabelle Huppert exploran las relaciones al borde la locura, en Eva: película cuyo rodaje acaba de finalizar el veterano cineasta Benoît Jacquot (Adiós a la reina).
El guion está basado en la homónima novela del británico James Hadley Chase, que ya fue llevada a la pantalla grande por Joseph Losey, en 1962.
Gaspard Ulliel e Isabelle Huppert tienen la difícil tarea de no quedar por debajo de la pareja protagonista en la anterior adaptación, formada en esa ocasión por los icónicos Stanley Baker y Jeanne Moreau.
Aún resuenan en la memoria de los aficionados al séptimo arte los ecos de la envolvente banda sonora de Michel Legrand, cuando Stanley Baker aceptaba voluntariamente los abismos pasionales que le mostraba la hipnotizadora figura de Jeanne Moreau.
Sumidos en la genialidad audiovisual ideada por Joseph Losey, el citado dueto arrancó bocados de canibalismo sentimental en el patio de butacas, mientras los espectadores se estremecían ante la crueldad que se gastaba este par de amantes infernales, capaces de malherir el espíritu puro de la muchacha encarnada por la no menos sobresaliente Virna Lisi.
Han pasado cincuenta y cinco años desde entonces, pero todavía no se ha borrado del todo la llama incandescente y morbosa encendida por el responsable de El sirviente.
Una máxima de culto escénico que ha tenido bien presente el inteligente Benoît Jacquot, al plantear la nueva versión del famoso thriller psicológico, inventado en 1945 por el narrador James Hadley Chase.
De esta manera, el fogueado creador francés traslada la acción a una noche de tormenta, en un paraje oculto e intimidado por la soledad, dentro de la tierra de Victor Hugo. Allí, ubicado en un chalet, nace el amor desbocado y culpable entre un escritor, llamado Bertrand Valade, y una extraña mujer vestida de pecado, a la que se conoce únicamente como Eva.
GASPARD ULLIEL SE DEJA TENTAR
En el argumento original, la historia giraba en torno a un writer en alza por un texto que en realidad es fruto de un plagio. Este hombre se encuentra prometido con una joven, y ambos parecen en la cúspide de su felicidad compartida. Sin embargo, un día surge del averno una dama nominada Eva (referencia bíblica nada gratuita), y la vida del exitoso literato en ciernes da un giro inesperado hacia la autodestrucción.
Joseph Losey, experto en exhibir las debilidades más bajas y vergonzantes del ser humano, compuso con tales notas una sinfonía de imágenes teñidas por la fatalidad. Un paisaje de comportamientos al límite de lo razonable, al que pusieron peso de carnalidad los irrepetibles Stanley Baker y Jeanne Moreau.
Jacquot apoya su renovada visión de la citada trama en el trabajo de Gilles Taurand (autor del libreto de Los juncos salvajes), y a su lado modifica la perspectiva de la movie de Losey, para llevar la acción a un campo mucho más intimista y controlado.
La invención de un decorado de fuego y sulfuro, escenificado en un chalet convertido en refugio de una noche tormentosa, hace que la historia fluya por los cauces desbordados de los amoríos ocasionales. Aunque, en realidad, todo remita a un profundo deseo metamorfoseado en necesidad apremiante.
Isabelle Huppert afronta el papel de Eva desde el posicionamiento de una diva llamada a convertirse en la más digna sucesora de Jeanne Moreau. Un honor que le cae en las manos después de haber sorprendido al planeta entero, con su absorbente labor en Elle (Paul Verhoeven, 2016); caracterización por la que fue candidata al Oscar como Mejor Actriz Principal.
Junto a ella, Gaspard Ulliel intenta confirmar su buena estrella con un trabajo de altura dramática, y apuntalar con pasos medidos su candidatura a ser uno de los actores jóvenes con más porvenir dentro de la cinematografía gala.
La tercera en discordia -victima propicia de la pasión desatada por Eva y Bertrand- es la casi debutante Julia Roy (Á jamais), quien tiene el difícil cometido de recoger el testigo de la impactante Virna Lisi.