Fear Street abre su pesadilla
Netflix tiene previsto el estreno de "La calle del terror. Parte 1: 1994" para el próximo 2 de julio. Una aventura sobrenatural, a la que seguirán dos entregas más, ambientadas en 1978 y 1666. Tres semanas de frenética actividad, en las que prevalece el miedo de naturaleza teen.
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Fear Street llega a la plataforma de Netflix, con el objetivo de no quedar por debajo de las expectativas creadas en las mentes de los miles se seguidores de los libros ideados por el imaginativo Robert Lawrence Stine.
Por lo menos, así lo demuestra la cineasta Leigh Janiak (Honeymoon); al confiar su propuesta audiovisual en el ansiado enganche que los célebres best-sellers publicados en 1989 pueden desencadenar entre los espectadores actuales.
Un ejercicio de cierto riesgo escénico, cuyo engranaje se sustenta sobre la base de un terror sutil, como de atracción de feria. Un horror de voluntaria extravagancia naif, que tiene su espina dorsal en los miedos adolescentes esgrimidos al calor de una figurada hoguera campestre, e inspirados en leyendas populares, fantasmas ancestrales, seres de ultratumba, maldiciones milenarias, y asesinos despiadados de naturaleza inmortal.
Este manual de miedo domesticado también se compone de un completo escaparate de monstruos variados y singulares, entes que sirven a Janiak para desplegar un tríptico con espíritu de parque temático de los sustos; en el que los protagonistas son unos incautos e inteligentes muchachos, los cuales descubren que suceden cosas bastante turbias en el lugar en que estos residen.
La fórmula clásica del horror teenager surtió un efecto sorprendente en los libros de R. L. Stine, y a esa atmósfera inquietante es a la que intenta rendir tributo esta saga cinematográfica, concebida como una especie de miniserie, pensada para ser visionada en streaming.
Sin estrellas destacadas entre su reparto, Fear Street reúne a un grupo de actores y actrices emergentes, como Maya Hawke (Mujercitas), Charlene Amoia (Expediente Warren: Obligado por el demonio), David W. Thompson (Panic), y DarrellBritt-Gibson (Tres anuncios en las afueras), entre otros.
Un elenco al que persigue un asesino enmascarado, muy del estilo de los que dominaban el género slasher, durante los sangrientos años ochenta y noventa.
FEAR STREET TIENE EL AURA DEL CINE DE LOS NOVENTA
No hace mucho, Anouk Whissell, Yoann-Karl Whissell y François Simard estrenaron un film que rendía culto a las películas ochenteras de criminales en serie, investigados por una panda de chavales con ganas de emociones fuertes. Esta cinta llevó por título Verano del 84, y su manera de regresar al cine de la era del imperio Freddy Krueger se percibe de forma similar en los fotogramas de La calle del terror.
La directora Leigh Janiak ambienta el argumento de la entrega que inicia el curso de Fear Street en 1994, con la carga generacional que eso supone. Un ejercicio de atracción voluntaria hacia un universo musical y estilístico, donde la tecnología no gozaba de demasiado protagonismo; y las deducciones a lo Sherlock Holmes aún colmaban las esperanzas aventureras de unos jóvenes que tenían a Indiana Jones como uno de sus ídolos más señeros, a la hora de afrontar peligros desconocidos.
No en vano, el guion de los largometrajes que componen el tríptico de La calle del terror construyen su escenario a partir del influjo que sagas como Pesadilla en Elm Street y Scream, las cuales han ejercido una fuerte influencia en los aficionados a los sustos en versión teenager. Un poso que igualmente se encuentra activado por el gusto peculiar hacia el terror clásico de la Universal y a las ocurrencias de Stranger Things; sin obviar el elemento de las amistades imperecederas, al estilo de Los Goonies y Cuenta conmigo.
Según Netflix, La calle del terror. Parte 1: 1994 llegará a la plataforma online el próximo 2 de julio; a la que seguirán la segunda entrega (ambientada en 1978) y el tercer y último de los episodios orquestados (el cual tiene lugar en 1666, en medio de las colonias norteamericanas y en la época de la caza de brujas). Un organigrama pensado para sorprender a los espectadores con un terror acumulativo y cuidadosamente amable, no exento de ciertos ingredientes de impacto calculado.
Nota: El argumento de los tres films se desarrolla en la ficticia ciudad de Shadyside, en Ohio, USA.
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