Ana de Armas ha ascendido de manera vertiginosa en el apartado de las movie stars de nuevo cuño.
En apenas cinco años en su vertiente internacional, la carrera de la isleña ha acelerado sin tregua su marcha al estrellato más señero; sobre todo desde que AdA causara sensación como la sensual Joi, en Blade Runner 2049 (Ridley Scott, 2017).
Con semejante carta de presentación, la intérprete hispanocubana se ha abierto un hueco bastante notable en la Meca del Cine, merced a su talento escénico y a su sex appeal mediado con la inocencia; característica promovida por su fisonomía entre frágil y enérgica.
Tras su nominación a los Globos de Oro, por su excelente caracterización de Marta Cabrera, en Puñales por la espalda (Rian Johnson, 2019); la antigua alumna de El internado ha conseguido convertirse en chica Bond, en Sin tiempo para morir, donde encarna a la singular e interesante Paloma.
Un papel que la joven alumbrada en La Habana ha efectuado con determinación, a las órdenes de Cary Joji Fukunaga; y que probablemente ha ejercido alguna influencia lejana en la manera en que Ana ha abordado la complicada personalidad de Marilyn Monroe, dentro de Blonde.
La homónima novela de la estadounidense Joyce Carol Oates sirve al cineasta neozelandés Andrew Dominik (Mátalos suavemente), para acercarse a la huidiza psique de la mujer que protagonizó El príncipe y la corista: una diva de los focos y las alfombras rojas, que no podía ocultar su sentimiento de zozobra permanente, hasta su fallecimiento a los 36 años de edad.
La ciudad de Los Ángeles se ha convertido en el plató principal para Dominik, con el fin de recrear los lugares por los que transitó la existencia de la malograda Marilyn. Decorados que conforman la imaginativa historia de la afamada pin-up girl, desde su angustia juvenil a su entronización planetaria.
Un acercamiento sensitivo en el que, junto a Ana de Armas, también participan Adrien Brody (American Heist), Bobby Cannavale (Blue Jasmine) y Julianne Nicholson (Yo, Tonya), entre otros.
ANA DE ARMAS SUEÑA CON EL PELO TEÑIDO
Cuando Norma Jeane llegó a Hollywood, la ausencia de preparación artística de la entonces casi adolescente quedaba ampliamente superada por su innegable capacidad para enamorar los objetivos de cualquier cámara. Antes, un pasado de relaciones sentimentales fallidas y diversos problemas mentales habían marcado a fuego las cicatrices de una actriz inolvidable, y tendente desde su aparición a una rápida autodestrucción.
Blonde asume esos frentes emocionales, desde el parapeto de la faceta personal de Norma.
El guion, elaborado por el director Andrew Dominik, centra su atención en exhibir los pensamientos y la voz oculta de Marilyn; siempre con el interés puesto en que sea ella la que guíe a los espectadores, por sus laberintos emocionales y sus miedos curriculares.
Supuestos poemas, diarios íntimos y miradas carentes de maquillajes deformadores son los elementos a los que se agarra Ana de Armas, para conformar su diseño de la dama de Niágara y La tentación vive arriba.
Un retrato de figurado blanco y negro, que nunca huye del technicolor; el cual intenta captar la vivencias de Monroe desde la ventaja de las ficciones mediadas por las biografías más oficialistas.
Una fórmula que, en cierta manera, resume la esencia del universo de la que fuera pareja del dramaturgo Arthur Miller: naturaleza consistente en un cosmos donde los sueños/pesadillas primaron sobre las realidades de hierro.