Jeremy Irons manda cartas de amor a Olga Kurylenko
Jeremy Irons y Olga Kurylenko viven un apasionado romance en La corrispondenza, la película con la que Giuseppe Tornatore regresa a la actualidad cinematográfica. El filme se rueda estos meses en el Reino Unido e Italia.
Las relaciones amorosas no se rigen por las fechas de nacimiento de los amantes, ni buscan las arrugas en los rostros de sus protagonistas.
Cuando el sentimiento se impone a la lógica, cualquier consideración realista muestra sus lanzas de derrota para conmemorar el poder de las emociones sin más, de la conectividad sin mayor consideración que la de acogerse la felicidad casual.
Por eso, los treinta y un años que separan las edades de Jeremy Irons y Olga Kurylenko se convierten en mera anécdota, dentro de la nueva película del director italiano Giuseppe Tornatore. Un filme titulado intencionadamente La corrispondenza, que se rueda estos meses en localizaciones de Escocia, Inglaterra e Italia.
JEREMY CAE RENDIDO ANTE UNA MISTERIOSA ESTUDIANTE
Si Cupido anda despistado por la zona, de nada sirven las reservas intelectuales para evitar caer en sus contagiosas redes. Aunque, en la época actual, el travieso diosecillo de la mitología romana adquiere con demasiada frecuencia las sombras de la soledad (sin perder por ello su primigenia concepción de deseo). Por lo menos, esa necesidad vital por encontrar a una persona con la que congeniar es lo que lleva al personaje de Jeremy Irons (un introvertido profesor de Astrofísica) a intimar con una deprimida estudiante llamada Amy (Olga Kurylenko).
A tenor de los papeles que le suelen caer en las últimas temporadas a la otrora star de Retorno a Brideshead, parece que el tipo de educador abatido por el aislamiento afectivo es uno de los más recurrentes en su filmografía reciente.
No hace mucho, el actor nacido en la Isla de Wight visitó las carteleras en la piel de un tímido teacher de literatura, en la película Tren nocturno a Lisboa (Bille August, 2013); y pronto volverá a visitar las salas en el esqueleto de un colega gremial, en el filme The Man Who Knew Infinity (esta vez como un experto investigador en el campo de las matemáticas).
Por su lado, Olga Kurylenko es la actriz encargada de poner cuerpo al oscuro objeto del deseo de Irons en La corrispondenza, un sueño hecho código binario que responde a una muchacha a la que le gustan las sensaciones extremas. Tal predilección se corresponde con la ocupación de la musa como especialista de cine y televisión. Sin embargo, todo cambia cuando el novio de la atlética gachí perece en un rodaje. A partir de ese instante, la dama se encierra en sí misma, y vuelca todas sus frustraciones en las misivas electrónicas que intercambia con el maduro catedrático.
En similar plano al de su anterior trabajo (la excelente cinta La mejor oferta), Giuseppe Tornatore retoma uno de los temas que mejor ha tratado a lo largo de su extenso currículo: el de los encuentros imposibles entre seres condenados a no unirse en un mundo perfecto y aparentemente normal, pero a los que les mueve una energía más allá de la mera razón social.
Con un estilo reflexivo y romántico plasmado en el argumento y el diseño secuencial, el responsable de Cinema Paradiso explora las habitaciones ocultas de los complicados y vulnerables personajes que pueblan el libreto.
Texto que él mismo ha elaborado, y al que pone alas de terciopelo orquestal el inconfundible e inigualable Ennio Morricone.
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