Indiana Jones desafía al tiempo

"Indiana Jones y el dial del destino" es una película de aventuras en sentido clásico, con un héroe que lucha por salir indemne de los diferentes enfrentamientos con los antagonistas de turno, mientras su entorno más inmediato no hace más que enfatizar su edad avanzada para encarnar el rol del salvador del planeta. Harrison Ford parece que se lo pasa en grande, debajo de la cazadora de su personaje más icónico; aunque se trate de una especie de despedida definitiva.

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Indiana Jones
“Indiana Jones y el dial del destino” es una obra cargada de nostalgia

Indiana Jones ha protagonizado los sueños aventureros de miles de espectadores, desde su desembarco inicial hace ya cuarenta y dos años, con la sorprendente e inigualada En busca del arca perdida (Steven Spielberg, 1981). Por aquel entonces, Harrison Ford era el simpático pirata galáctico Han Solo, y el cineasta de La lista de Schlinder era un joven creador con ganas de poner en circulación las películas que siempre quiso elaborar desde su niñez.

La unión de la triada formada por Spielberg, George Lucas (en esos momentos estaba considerado como el nuevo mago de Hollywood, tras el estreno de La guerra de las galaxias) y el guionista Lawrence Kasdan (pieza imprescindible en el éxito planetario de Raiders of the Lost Ark) generó una de esas cintas destinadas a entrar por méritos propios en los anales del séptimo arte. Imaginativa, con un ritmo imparable, romántica a ratos y con escenas de acción míticas, En busca del arca perdida es sin dudas el título más logrado de la saga del arqueólogo del látigo y el sombrero calado; sin embargo, cada episodio ha añadido algo a la existencia en fotogramas del profesor bautizado con el nombre de su perro.

El templo maldito (Steven Spielberg, 1984), La última cruzada (Steven Spielberg, 1989) y El reino de la calavera de cristal (Steven Spielberg, 2008) contribuyeron a exhibir al esforzado Indiana Jones en distintos momentos de su agitada vida. Un periplo que parece finalizar -hasta nueva orden- con El dial del destino (James Mangold, 2023), el quinto episodio que acaba de llegar a las salas con sensaciones encontradas entre el pasado y el presente, y con el añadido de que es el único capítulo no grabado por Spielberg, quien ejerce solo como productor.

Indiana Jones
“Indiana Jones y el dial del destino” saca partido del componente mítico de la saga

James Mangold acierta a la hora de montar el argumento del film, en torno a las continuas referencias y guiños hacia los títulos precedentes de la serie cinematográfica. A esto responde, por ejemplo, el hecho de que los nazis sigan siendo los principales enemigos de Indiana Jones, como en En busca del arca perdida y La última cruzada. Fórmula interesada en recuperar el ADN del personaje ideado por George Lucas a principios de los ochenta, aunque puede parecer un poco artificial en una trama que transcurre en su mayor parte en 1969.

INDIANA JONES OLVIDA LOS ACHAQUES, PARA RECUPERAR SU AGILIDAD Y EFICACIA COMO ARQUEÓLOGO

La acción de Indiana Jones y el dial del destino arranca en el año de la derrota germana en la Segunda Guerra Mundial. En ese instante histórico, el icónico arqueólogo se encuentra en un tren, acompañado de su colega Basil Shaw (Toby Jones), para alejar de las manos de los secuaces de Hitler la supuesta lanza de Longinos. Sin embargo, este objeto resulta falso; aunque lo que sale a la luz es un extraño artefacto construido por Arquímedes, que es capaz de abrir puertas hacia distintas épocas de la Historia.

En esta primera parte del libreto, Mangold mantiene la tensión, con luchas agresivas y persecuciones heredadas de las cintas de James Bond. Pero no sale muy airoso en su exposición de Harrison Ford con el aspecto que este detentaba en En busca del arca perdida, conseguido a través de la tecnología digital. El Indi cercano a los cuarenta parece raro, con una mirada carente de brillo y complicidad; y con el pelo ausente de la correspondiente naturalidad, cuando lo mueve el aire o lo moja el agua (no es de extrañar que Ford se negara a echar mano de los retoques informáticos a lo largo de toda la película).

De ahí, el film salta a 1969, coincidente con el alunizaje del Apollo XI. En ese año, el doctor Jones afronta un traumático divorcio y su jubilación como profesor universitario. Ford marca -de manera inteligente-el personaje en su faceta rutinaria como una especie de Walter Matthau en Dos viejos gruñones; lo que da consistencia a su interpretación, y enlaza con la existencia bidireccional de Indi, narrada en las movies anteriores.

Indiana Jones
Harrison Ford no se mostró muy de acuerdo con el uso del rejuvenecimiento por ordenador

Las apariciones de la hija del enloquecido Basil Shaw y del científico nazi Dr. Voller (Mads Mikkelsen) cambian la rutina del protagonista, y le llevan a meterse de lleno en la odisea de recuperar el dial de Arquímedes. Ese vertiginoso viaje, escenificado por Mangold entre España y Marruecos, se apoya en las referencias constantes a anécdotas sucedidas en En busca del arca perdida, El templo maldito y La última cruzada (las persecuciones en las calles de Tánger, los túneles plagados de insectos y tarántulas, el hallazgo de una tumba milenaria…). Un vehículo sensitivo, que el responsable de Logan enfatiza con la colaboración interpretativa de John Rhys-Davies (quien caracteriza por tercera vez al chispeante Sallah) y de Karen Allen (como la inolvidable Marion).

Precisamente, las escenas de recurso que evocan el pasado de Indiana son las que mejor funcionan, y ayudan a que el argumento alcance la debida empatía con los espectadores. Y eso a pesar de la capacidad de Phoebe Waller-Bridge para potenciar el guion de El dial del destino.

Por el lado del enemigo principal del rol de Harrison Ford, Mads Mikkelsen intenta erigirse como un nazi de tenebrosidad atemorizante, pero las lagunas en el perfil psicológico del personaje impiden que la recreación del actor danés se sitúe a la altura de la efectuada por Paul Freeman, en En busca del arca perdida (Belloq y el psicópata Toth están a años luz del extraño individuo nominado Dr. Voller).

Pese a los posibles desajustes con respecto a sus laureados modelos audiovisuales, Indiana Jones y el dial del destino es una digna finalización de una saga que ha marcado la infancia de varias generaciones. Una despedida que se antoja como definitiva, ya que el arqueólogo con nombre de perro no permite otro físico que el de Harrison Ford.

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