El nombre de la rosa, en TVE

Esta miniserie de ocho episodios, basada en la célebre novela de Umberto Eco, es una de las novedades de la cadena estatal para entretener a los espectadores, en estas duras semanas de confinamiento por el COVID-19.

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El nombre de la rosa
El nombre de la rosa está ambientada en una siniestra abadía italiana

El nombre de la rosa supuso el primer éxito en ventas del semiólogo Umberto Eco. Un texto que, pese a ser un tanto minusvalorado en los círculos intelectualizados de la disciplina de su autor, alcanzó una sobresaliente aceptación entre los lectores; seguramente ayudado por la adaptación cinematográfica del mismo, llevada a cabo por Jean-Jacques Annaud.

Precisamente, la huella de la película del responsable de El oso se deja sentir en cada fotograma de esta ambiciosa versión televisiva del citado libro, que corre a cargo del transalpino Giacomo Battiato (Karoll II: El Papa, el hombre). Una ingeniosa traslación, que resulta algo más completa en referencias históricas que la premiada cinta de Annaud; aunque menos afortunada que esta, a la hora de secuenciar el terrorífico decorado por el que se mueven Guillermo de Baskerville y su aprendiz Adso de Melk.

Los que recuerden el largometraje echarán en falta el eficaz elemento de misterio que hipnotizaba desde el inicio del argumento; unas sensaciones provocadas por las oscuras y tenebrosas atmósferas, que lubricaban las diferentes escenas con sutiles toques infernales y esotéricos (técnica de exhibición bastante deudora del tenebrismo medieval a nivel pictórico y eclesiástico).

En este terreno iconográfico, la serie queda por debajo de su precedente de la pantalla grande; pero gana la partida en cuanto a la ambientación histórica, además de salir airosa en lo relativo a presentar las diferentes motivaciones y pasados de muchos de los monjes encerrados en la abadía benedictina, donde transcurren los hechos narrados.

El nombre de la rosa
John Turturro (a la izquierda) y Damian Hardung son los protagonistas de la versión televisiva de “El nombre de la rosa”

Il castello di Roccascalegna, en la región de los Abruzos; los estudios romanos de Cinetittà; o el Monte Porzio Catone son algunos de los lugares en los que ha sido rodada esta producción de esmerado estilo, y milimétrica ambientación de la época tratada. Un tiempo, el del siglo XIV, en el que se estaba librando una violenta batalla entre irreconciliables maneras de entender el mensaje de Cristo: el perteneciente a las enseñanzas de pobreza de San Francisco de Asís, y el de la curia romana y papal de Avignon (abiertamente a favor de los privilegios dinerarios, y del feudalismo reinante).

EL NOMBRE DE LA ROSA REFLEJA UN MOMENTO COMPLICADO PARA LA RELIGIÓN

Los ocho capítulos del serial dirigido por Giacomo Battiato siguen el esquema formal de la novela original, en lo relativo a los crímenes que ayudan a que avance la acción. Como en el libro de Eco y en la película Annaud, la trama comienza cuando Guillermo de Baskerville y Adso de Melk se encaminan a una apartada abadía benedictina del norte de Italia, donde se están produciendo extrañas muertes. Sin embargo, el serial se desvía tangencialmente de lo acontecido en el filme, con la aparición breve del pasado de Melk como soldado, antes de decidir abrazar la existencia monacal.

En el mismo sentido, la producción de la pequeña pantalla profundiza igualmente en las cicatrices de los numerosos monjes que habitan en el citado y montañoso inmueble espiritual. Algo que no contemplaba la película de 1986, ya que el guion de la misma estaba únicamente enfocado a la resolución detectivesca de los homicidios, ocasionados entre los muros y pasadizos de la abadía.

El nombre de la rosa
El nombre de la rosa centra el interés en la investigación llevada a cabo por Guillermo de Baskerville

Dentro de las nuevas historias, llama la atención la dedicada al dulcinismo: el movimiento liderado por Fra Dulcino y Gerardo Segarelli, que plantó batalla militar a los señores feudales y a los grandes prelados de la iglesia; para propagar la revolución de los pobres, contra la explotación de la que eran objeto.

No obstante, y pese a los atributos añadidos, el tema central sigue siendo el de las peculiares deducciones de Guillermo de Barkerville, a quien presta su físico el neoyorquino John Turturro (actor que también ejerce como productor ejecutivo y guionista). Este Sherlock Holmes medieval y con hábito se encuentra acompañado en todo momento por el joven Adso de Melk, al que da vida el veinteañero Damian Hardung (Spides).

La citada pareja tiene el difícil cometido de hacer olvidar a los sólidos Sean Connery y Christian Slater de la versión cinematográfica; una dura tarea en la que Turturro y Hardung encuentran la complicidad necesaria del resto del elenco interpretativo, entre los que se hallan Rupert Everett (Another Country), Alessio Boni (The Tourist) y Michael Emerson (Person of Interest).

Al final de El nombre de la rosa (y sin hacer spoiler alguno), la posible luz que aporta la cultura es el nexo de unión de los secretos que hay detrás de las muertes en la abadía. Un alegato en favor de los textos inmortales y de un sector que, lamentablemente y después de varias centurias, no suele importar mucho a los gobiernos de las naciones más poderosas del planeta.

Nota: El nombre de la rosa se puede ver los jueves, en el primer canal de RTVE.

Más información en

https://www.rtve.es

 

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